Sergio López, CEO de Viviendea
La última semana de mayo se celebró en Madrid la feria inmobiliaria más importante de España, SIMA, que recupera la presencialidad y la afluencia de ediciones anteriores a la pandemia, pero que aún le queda - y quizá nunca vuelva - a igualar las grandes ferias de principios de este siglo, infladas también por la propia burbuja inmobiliaria.
Una feria que el sector ha cogido con ganas y donde se ha realizado una simbiosis perfecta entre jornadas de debate y ponencias - a modo de congreso - y la propia actividad comercial de una feria que aglutina la mayor oferta de vivienda de obra nueva de España.
En esas jornadas se habló de digitalización, de industrialización, de sostenibilidad, de rehabilitación, de fondos europeos, de alquiler... y en alguna de las ponencias de vivienda asequible… ¡Cómo no!
Evidentemente lo que les voy a contar es una sensación personal, por eso se la cuento yo, y puede que esté equivocado, pero con la vivienda asequible me pasa como con la vivienda digna. Ponerle adjetivos a la vivienda es algo que gusta a los políticos, que llena columnas de prensa y que, por supuesto, genera intensos debates. Pero desvía el debate a un lugar sin solución.
Porque, ¿qué es una vivienda asequible? ¿es una vivienda barata? ¿es una vivienda a la que puede acceder una familia con bajos ingresos? ¿cuán bajos han de ser esos ingresos para que sea considerada como asequible? ¿es en propiedad? ¿es en alquiler?
Del mismo modo que el derecho a una vivienda digna no se materializa con cuatro paredes, un techo y construyendo viviendas para todos, si no que va más allá, el concepto de vivienda asequible es tan relativo y amplio como usted o yo queramos verlo. Cada uno con nuestro, seguramente certero, punto de vista.
Materializar una vivienda de obra nueva cuesta lo que cuesta y poco se puede hacer ahí, pero les recuerdo que gran parte de los costes de una vivienda están en la adquisición del suelo y en los impuestos, no lo olviden, pues más de un 20% son impuestos. Con lo que los modelos de cesión de uso de solares púbicos en gestión, por cooperativas o mercantiles y en régimen de alquiler, son una vía excelente para potenciar esa indispensable colaboración público-privada que dé respuesta a las personas con problemas.
Recordemos que es labor de los poderes públicos el garantizar el derecho a una vivienda, tal cual queda reflejado en nuestra Constitución y no del sector privado. Sin embargo, la colaboración entre ambos es cada vez más necesaria. Alguien tiene que dar el primer paso.
Pero no a través de viviendas asequibles, baratas o sociales. No interviniendo el mercado o limitando precios. Hagámoslo a través de políticas de integración y regeneración social que permitan a cualquier persona o familia poder acceder por sí mismas a un alquiler o compraventa de una vivienda.
O tendremos demandas y exigencia de vivienda asequible social digna sostenible… ¿Se les ocurre algún adjetivo más? Perfecto, añádanlo a la lista y así podremos pedir más y poner el foco donde no debemos.
Porque no hay vivienda más digna y asequible que la que uno puede pagar libremente con su propio trabajo.
Sin adjetivos.
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