Pere Ferrer. /EPDA ¿Qué fue de aquel dogma que advertía que la vivienda era un derecho o de aquel otro que recordaba que debiera ser digna? Desde luego, debe haber caído en el olvido a tenor de la actual coyuntura inmobiliaria.
Les hago un resumen: elevada demanda, (desde 2010 se construye por debajo de las necesidades que rigen en el mercado); escasa o nula oferta de vivienda nueva y mucho menos VPO (satanización del sector, ralentización administrativa e incluso gobiernos locales para los que no era una prioridad en aras de no masificar sus ciudades); oferta de alquiler que se deriva al desmesurado y escasamente regulado alquiler turístico (más de 280.000 plazas en España), situación que provoca que por cada piso que sale al alquiler hay una media de 27 interesados, según advierten portales inmobiliarios en un reciente estudio.
Y ante toda esta coyuntura, medidas que son parches… Bono joven al alquiler, avales ICO para la vivienda, poner en el mercado el stock de la SAREB (sin reparar en que en un elevado porcentaje son pisos inacabados y más de 3.600 cuentan con okupas), compromiso para activar la construcción (obviando que la nueva construcción requiere una media de 3 años entre presentación proyecto, licencia, certificaciones y luego ya si eso que se inicie la obra que en el mejor de los casos precisa unos 18 meses).
Esta es la radiografía de un sector como el inmobiliario que impide que los jóvenes accedan a una primera vivienda, desbarata los precios y mengua las posibilidades hasta llegar al alquiler habitacional.
¿De verdad no se pueden reducir los plazos administrativos, no se puede apostar de una vez por la construcción industrializada, que además reduce tiempos? ¿Qué tal mirar también hacia ese 14% de inmuebles que
permanecen vacíos en el conjunto del Estado? ¿Alguna solución habrá, digo yo?
Comparte la noticia
Categorías de la noticia