Panteones neoclásicos del Cementerio General de Valencia, designado como el mejor camposanto de España. / EPDA Los cementerios. Lugares sagrados que yacen en silencio, esconden tras sus muros historias fascinantes, leyendas misteriosas y un legado imborrable de generaciones pasadas. En la Comunitat Valenciana, tierra de contrastes y riqueza cultural, los campos santos se erigen como testigos silenciosos de un pasado diverso y apasionante. Algunos de propiedad parroquial y otros municipales, todos son lugares de reposo eterno. En este reportaje, emprenderemos un viaje a través de los cementerios más exóticos de la región, donde desenterraremos las curiosidades que los envuelven y las memorias que sus lápidas resguardan. Adentrémonos en un mundo donde la muerte se entrelaza con la historia y la cultura.
El de Valencia, el mejor cementerio de España
El Cementerio General de Valencia tiene su origen en abril de 1787 cuando Carlos III de España impulso la instalación para atajar los numerosos problemas sanitarios ocasionados por los enterramientos en las iglesias durante el siglo XVIII. Los encargados del proyecto fueron los arquitectos municipales de Valencia, Cristóbal Sales y Manuel Blasco. La dotación se inauguró en 1807.
En el cementerio se pueden admirar numerosos panteones y esculturas de estilo modernista valenciano y ecléctico de indudable valor arquitectónico y artístico, realizados por escultores de renombre.
En el camposanto yacen ilustres fallecidos como Joaquín Sorolla, Vicente Blasco Ibáñez, Nino Bravo o el pintor Juan de Ribera Berenguer, cuyas tumbas y panteones despiertan un gran interés entre vecinos y turistas.
El sinfín de misteriosos panteones que hay en este emplazamiento neoclásico le ha valido la designación de mejor cementerio de España en el concurso de camposantos. Es tal la belleza del espacio que una entidad ofrece visitas guiadas a este ‘Museo del silencio’. Concretamente, las visitas disponibles son la de ‘18 vidas, 18 silencios’; ‘Mujeres que dejaron huella’, ‘Personajes Ilustres’ y ‘Personajes populares’.
El paredón de España, emblema de la lucha por la memoria histórica
El cementerio de Paterna, en l’Horta Nord, tiene un alto valor patrimonial, arqueológico y de memoria histórica. Entre sus paredes hay documentadas más de 150 fosas, con al menos 2.237 personas que fueron asesinadas por la dictadura entre 1939 y 1956. Por esta misma razón, se está tramitado su consideración como Bien de Relevancia Local, junto con el llamado Paredón de España (el Terrer), el lugar a escasos metros del camposanto en el que fueron fusilados miles de presos, y el Camí de la Sang, que une ambos puntos y que recibe su nombre por el reguero de sangre que dejaba el traslado de los cuerpos.
Desde 2016 se han sucedido hasta una veintena de exhumaciones de fosas comunes, identificaciones por ADN y la devolución de los restos de represaliados a sus familiares, que han convertido este camposanto en un símbolo de la lucha por la memoria histórica. Entre los proyectos también contará con un ‘Memorial por las víctimas’ y será un centro de interpretación histórica.
Leyendas e historias en el cementerio de Catarroja
En l’Horta Sud, destaca el cementerio de Catarroja, con más de 130 años de historia y diseñado por el arquitecto Enrique Semper Bondía, por la singularidad arquitectónica de sus panteones de diferentes estilos, la mayoría construidos antes de 1930. La fachada se recuperó hace tres años devolviendo la imagen que muchos de los vecinos todavía guardaban en la memoria. Cuando se construyó, el recinto contaba con una sala de autopsias de la que se conserva el rótulo, además de un osario separado del recinto sagrado para los enterramientos ‘fuera del catolicismo’.
Las leyendas son habituales en los camposantos y Catarroja no es una excepción, entre los ilustres que descansan entre sus paredes está el joven escritor y poeta Bertomeu Llorens, enterrado en el panteón familiar con sus títulos de filosofía y letras entre sus manos en 1946, y al que los estudiantes de la localidad suelen dejarle ofrendas cuando llega la época de exámenes. También yace el cuerpo del torero Antonio Carpio, que fue trasladado embalsamado en 1922, siete años después de morir por una cornada en la plaza de toros de Astorga.
El legado judío en Sagunt
Llegamos al que es, quizás, el más diferente de este reportaje: el cementerio judío de Sagunt. Es un tesoro histórico que atestigua la rica herencia judía de la capital del Camp de Morvedre, situada en la Red de Juderías de España. La ciudad fue el foco más importante para la comunidad judía del Reino de Valencia tras la persecución de 1391. Es sede del primer cementerio judío visitable de España y su judería se mantiene prácticamente intacta desde la Edada Media.
Con sus tumbas de piedra labrada y sus inscripciones en hebreo, el cementerio ofrece una visión única de la vida y la muerte de la comunidad judía en Sagunt durante siglos pasados. Está situado en la ladera del que fue en su día el acceso principal a la foraleza musulmana. A pesar de los desafíos y persecuciones a lo largo de la historia, este lugar sagrado se mantiene como un testimonio duradero de la cultura judía.
El cementerio estuvo probablemente en uso hasta el siglo XIV, hasta que en 1328 se atoriza la ocupación de otro espacio para los enterramientos de esta comunidad. En los alrededores del teatro romano se puede observar un buen número de cuevas artificiales o hipogeos, usados también como espacio de enterramiento. Estos antiguos enterramientos medievales, que hasta su rehabilitación, se confundían con cuevas o, simplemente, pasaban desapercibidos, han salido ahora a la luz pública.
Hoy en día, el Cementerio Judío de Sagunt es un sitio de interés histórico y cultural, donde visitantes de todo el mundo pueden aprender sobre la historia judía en España y rendir homenaje a aquellos que descansan allí desde hace siglos.
Ruta y memorial: Llíria
Un recorrido por la memoria de la ciudad de Llíria, capital del Camp de Túria, durante la Guerra Civil. Así podría definirse el proyecto ‘IP31: La fuerza del recuerdo es la capacidad de estimar’, impulsado por el Ayuntamiento de la ciudad. Un itinerario que recorre la historia de las víctimas a través de investigadores, testimonios y familiares de las víctimas.
Desde Ca la Vila hasta el cementerio municipal, los asistentes pueden ir descubriendo cada uno de los 12 tótems, con códigos QR, que incluyen una pieza audiovisual diferente, con una perspectiva propia sobre el horror que supuso esta etapa funesta para la población civil. La ruta termina en el eje central del cementerio, donde está instalado el memorial. Un monumento hecho con una mezcla de arcilla y botánica, pero, especialmente, con el material más importante de todos: la convicción de reparar el recuerdo de aquellas personas asesinadas de forma inhumana e injusta.
Cementerio moro de El Toro
“Sin inscripción alguna, donde habite el olvido”; allí, en El Toro, a unos cinco minutos de la población se encuentra uno de los cementerios más singulares de la Comunidad Valenciana: el Cementerio Moro. Son las tumbas de numerosos soldados del bando nacional que en la Sierra de El Toro lucharon para rebasar la Linea X,Y,Z y acceder a Valencia en plena Guerra Civil. También murieron soldados republicanos, pero los moros recibieron un trato más digno de sus compañeros victoriosos. Cuentan que los bajaban de la sierra en mulos y dada su creencia religiosa tan sólo se les identificaba con su nombre escrito en un papel y metido en una botella para que aquellas familias que los reclamaran pudieran identificarlos y llevárselos. Pero muchos de ellos no tuvieron esta suerte y quedaron allí, sin memoria ni inscripción alguna, enterrados en el cementerio moro de El Toro. Tan sólo en la puerta de entrada, una inscripción en árabe deja constancia de sus tumbas.
Cementerio de Requena, reflejo de historia y cultura
El cementerio de Requena es un lugar que combina la solemnidad y la belleza arquitectónica con la historia y la cultura de la región. Este camposanto, que data de principios del siglo XIX, se ha convertido en un testigo silencioso de la comunidad local y un lugar de descanso eterno para generaciones de requenenses. Fue inaugurado en 1812, durante la época de las guerras napoleónicas, cuando se emitieron una serie de leyes para regular la sepultura de los fallecidos en lugares fuera de las iglesias. Pues en 1799, el procurador síndico general de Requena se quejó de los problemas de salud pública y mal olor que había en las tres iglesias requenenses debido a la acumulación de cadáveres por las últimas epidemias. Fue diseñado para ser un espacio no solo de entierro, sino también como un reflejo de la historia y la cultura de la localidad.
Con el tiempo, el cementerio se ha convertido en un verdadero museo al aire libre. Uno de sus aspectos más destacados es su arquitectura. Los mausoleos, tumbas y panteones presentan una variedad de estilos arquitectónicos, desde el neogótico hasta el modernismo.
El cementerio de Castellón y sus lápidas de cerámica
Los cementerios no solo son un lugar de reposo y descanso para los difuntos, también son sitios que recogen la historia de los antiguos habitantes de la ciudad donde se sitúan. El camposanto de San José en Castellón de la Plana es un ejemplo de ello. Se construyó en 1861 de la mano de Manuel Montesinos. En sus calles reposan algunos de los personajes más ilustres de la ciudad como el músico Francisco Tárrega, los poetas Miquel Peris y Bernat Artola o la compositora Matilde Salvador.
Una de las características principales de este cementerio, así como de otros de la provincia castellonense, son las lápidas cerámicas que fueron muy populares desde finales del siglo XIX hasta la Guerra Civil. Más recientemente, en 2021, el Ayuntamiento de Castellón construyó un memorial para reubicar a las víctimas de la represión franquista que se encontraban en una fosa común. Lápida tras lápida el cementerio de San José de Castellón es un lugar ideal para conocer la historia de la ciudad.
Paredón de Paterna, conocido como el "paredón de España". / EPDA
Vista aérea del cementerio de Catarroja. / EPDA
Cementerio judío de Sagunt. / EPDA
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