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Aristóteles identifica la virtud
con el hábito de actuar según el justo término medio entre dos actitudes extremas
a las cuales denomina vicios. Según esta afirmación podemos decir que
la política está cada vez más viciada ya que venimos observando desde
hace bastante tiempo un aumento en la polarización de los extremos.
Nos llevamos las manos a la cabeza cuando vemos
el crecimiento de un partido de extrema derecha (incluso se plantea
la posibilidad de hacerle un cordón sanitario) pero raramente
reparamos en la posibilidad de verlo como una respuesta lógica a
la presencia de un
partido de extrema izquierda (al que
curiosamente no se le plantea la posibilidad de hacerle el mencionado cordón). El
problema no es que haya una extrema derecha o que algunos crean que
sea más peligrosa que una extrema izquierda, el problema es que tengan
fuerza estos extremos, tanto los de un lado como los de otro.
Los grandes partidos actuales siempre han
ansiado los millones de votos que representa el centro político y se han
dedicado a socavar de forma sistemática cualquier intento de creación
de un gran partido de centro que les pueda condicionar pero no se han
dado cuenta que están dejándose caer en manos de los partidos
extremistas polarizando cada vez más sus políticas.
Hasta que no nos demos cuenta que para acabar
con los extremos debemos mirar hacia el centro y no hacia los lados,
hasta que no exista ese gran partido de centro que ponga de relieve el
punto medio y por tanto la virtud, nos encontraremos con una política
polarizada y por tanto viciada. El diccionario de la lengua española
define el término “vicio” en su segunda acepción como la falta de
rectitud o defecto moral en las acciones… ¿es la acepción que
definiría la actual situación política?