La popular cupletista valenciana Concha Piquer encandiló desde muy joven a todo el público valenciano y extendió su popularidad más allá de nuestra “terreta”.
Siempre ha tenido cierto interés en la magia gitana, que se dejaba leer la mano por esas mujeres que dominaban el arte de la quiromancia, fruto de ese interés dejó algunos guiños en las letras de sus canciones a sus prácticas: “…llevo sangre de reyes en la palma de la mano…”
Sin embargo, no es el interés por este curioso mundo de la adivinación o la protección contra el mal fario, sino un misterioso suceso que se llevó su secreto a la tumba cuando falleció en el año 2015. Nadie sabe realmente que responsabilidad tuvo en un incidente cuando emigró con 16 años a Nueva York para cantar en sus teatros más populares según nos relata su propia biografía.
Mientras se alojaba en un lujoso apartamento de Nueva York, uno de los trabajadores de la compañía accedió al apartamento cuando estaba sola Concha Piquer, entró con malas intenciones, intentó forzarla sexualmente con violencia, pero logró zafarse por un instante primordial que marcaría en su memoria un terrible acontecimiento, pudo alcanzar una barra de hierro y le golpeó fuertemente en la cabeza a su agresor. Cayó de bruces en un gran charco de sangre.
No sabía si estaba inconsciente o lo había matado. Alertó a su agente solicitando ayuda, temblaba de miedo, era joven para esto. Su agente aisló a Concha, se apropió de las llaves del apartamento, recogió el cuerpo y limpió los rastros de sangre dejando impoluto el lugar y sin pistas.
Unos días después, aparece un misterio cadáver en las aguas del río Hudson, era el hombre que intentó violarla. Nunca supo si lo mató ella misma en ese forcejeo o fue un servicio de la mafia neoyorkina, la cosa nostra, que nos deja con dos opciones: o recogieron el cuerpo que le arrebató la vida Concha o lo remataron y arrojaron al río para hacerlo desaparecer. Solo Concha Piquer sabía la verdad y se llevó el secreto.
Ángel Beitia. /EPDA
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