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La directora y guionista Eva Libertad desarrolla las ideas que apuntó en el cortometraje homónimo, de 2021, nominado al Goya. El resultado es una nueva muestra de cine comprometido actual, que viene tocando con éxito diversos ámbitos. Aquí también impera un realismo loable en todo momento, lo cual facilita la empatía con los protagonistas. A eso contribuyen sus notables intérpretes. La gran triunfadora del 28 Festival de Málaga, anteriormente galardonada por el público en la Berlinale, nos aproxima al aislamiento y a las barreras que sufren quienes son sordos. La historia presenta los conflictos con tacto y sencillez.
Siendo niña, Ángela perdió la capacidad auditiva y no la volvió a recuperar. Tal circunstancia no le ha impedido el acceso al mercado laboral. Ejerce de ceramista en un pequeño taller artesano. Además, vive con Héctor, que la adora y aunque oye perfectamente, domina el lenguaje de signos. Al quedarse embarazada comienzan a aflorar sus miedos. Las inquietudes comunes a cualquier madre primeriza aumentan por el temor de no poder comunicarse bien con su futura hija. Tras nacer Ona, empiezan a surgir los problemas que ya intuía.
Logra sensibilizar a los espectadores sobre las dificultades que afrontan estas personas. Como advierte el filme, su afán de superación e integración no siempre se ve correspondido con la atención que merece. En ese punto, destaca la profundidad con que trata los aspectos psicológicos.
Rompen la sobriedad narrativa dos secuencias enérgicas, por distintos motivos, que no dejan indiferente. Paralelamente, las fricciones relacionadas con la maternidad y la paternidad se multiplican. Escenifica con argumentos adecuados el choque doméstico entre ambos mundos que nunca llegan a fundirse por completo.
Los compases finales terminan plasmando los mensajes que proyecta la película, revestidos de una emotividad contenida. Aplica en esos minutos un recurso técnico original y sorprendente que refuerza sus loables intenciones. Prevalecen las lecturas benevolentes y esperanzadoras.
La actriz Miriam Garlo, hermana de la realizadora novel, debuta ante las cámaras. Asume un papel que no le resulta extraño, porque comparte con la joven a quien encarna las mismas limitaciones acústicas. Aun con esta teórica ventaja, realiza una interpretación enorme y determinante. Le acompaña Álvaro Cervantes (Adú, 42 segundos), que reafirma su imparable trayectoria ascendente. La veterana Elena Irureta (Patria) luce oficio ejerciendo de abuela.