Pere Valenciano. ELVIRA FOLGUERÀEstoy a favor del perdón, en general, en la vida. Y, por tanto, era favorable a una amnistía para aquellos que promovieron y participaron en la consulta irregular del 1 de octubre de 2017. El necesario perdón para la reconciliación social en Cataluña y para restañar las heridas entre Cataluña y el resto de España. Sin embargo, este posicionamiento nada tiene que ver con lo que estoy leyendo estos días en las conversaciones entre dirigentes del PSOE y ERC y, menos, entre representantes del Partido Socialista, incluido el ex chófer de Pedro Sánchez, con líderes de Junts, en particular el fugado Carles Puigdemont. Porque una cosa es ser generoso y otra ser imbécil.
Estos días hemos asistido al cambio de opinión y posicionamiento de numerosos líderes del Partido Socialista con respecto a la amnistía y la injerencia política en las causas judiciales. Hemos visto lo que podría considerarse el fin de la separación de poderes. Y, lo más grave, el regalo de una amnistía a quienes pecan de soberbia, en lugar de la imprescindible humildad, perdón y arrepentimiento que deben ser previos a dicha medida de gracia. No comparto esta amnistía, como tampoco que incluya el perdón a quienes malversaron aquellos días de consulta irregular con dinero público y a quienes quemaron las calles, aquellos cachorros de los CDR.
Tampoco se puede premiar a los independentistas catalanes con quitas económicas o el traspaso de Cercanías, entre otros regalos que trasladan al común de los mortales españoles que quien amenaza, escupe, quema o echa un pulso, no sólo no tiene condena, sino que acaba resultando premiado.
Y ahora, un mensaje para el PSOE, sus dirigentes y militantes, cargos orgánicos y públicos: un único partido no puede decidir con sus afiliados por el conjunto de ciudadanos de este país. Decisiones como las que estamos leyendo y escuchando respecto a un acuerdo de gobierno basadas en la cesión al chantaje de los independentistas sólo pueden tomarse por la soberanía popular, por un referéndum o por una repetición electoral que, por otra parte, está más cerca de producirse en caso de que Pedro Sánchez no sea investido Presidente del Gobierno entre el 27 y 29 de noviembre, en cuyo caso la vuelta a las urnas sería el 14 de enero de 2024.
De verdad, mucho cuidado. Hemos visto en las dos últimas décadas desaparecer de Italia, Francia y Grecia a los históricos Partidos Socialistas. No os podéis confiar. Los votantes del PSOE en España no se reducen a Pedro Sánchez ni a sus militantes. Pensar sólo en clave electoral puede ser pan para hoy y hambre -desaparición- para mañana.
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