Qué buenos tiempos para las noticias nos está dando Trump, quien disfruta haciendo bueno el dicho de que: “No me importa que hablen mal de mí mientras me teman”. Y es que sus vaivenes en la toma de decisiones, con relación a las políticas socio económicas y, en concreto a los aranceles, están dejando a más de uno fuera de juego y ojiplático.
Y es que Trump no es ajeno a que el país que preside, EEUU, es uno de los países más endeudados del mundo, habiendo crecido su deuda, en el periodo 2013-2023, en 14,28 puntos, alcanzando los 36,2 billones de dólares, mirando con preocupación cómo, en este 2025, vencen el 25,4% del total de la deuda del país con unos tipos de interés entono al 4,00%. Realidad que son las que, entre otras, están moviendo a esas políticas económicas que generan gran preocupación sobre sus implicaciones en los mercados financieros globales, las tasas de inflación y tipos de interés y, sobre todo, sobre la estabilidad económica mundial.
Acciones de Trump que se ven confrontadas con el precio del dinero en EEUU, donde la FED, previsiblemente, no saldrá al rescate de sus “políticas”, previéndose bajar en 2025, sólo, los tipos 2 veces hasta 3,75%/4,00% porque “los aranceles generan inflación”.
Y es a donde nos lleva Trump, a una guerra comercial global que, a pesar del periodo de “tregua” de 90 días, habiendo comenzado centrado en su gran rival industrial, China (en base a exorbitantes aranceles), quien hace meses ya se adelantó a ese movimiento con la evidente política de descenso de su exposición a la deuda de EEUU. Inelasticidad en la demanda que “coincidió” con un incremento en las compras de deuda de EEUU por parte del Reino Unido, Canadá y otros inversores.
Exposición directa de los segundos, los canadienses, y entre otros muchos, a una estrategia amenazante y cambiante del presidente Trump respecto al importe de los aranceles, el horizonte temporal, los productos objeto de gravamen y la reacción que se tenga como país afectado, complicando, en estos escenarios, cualquier tipo de estimación macro de las economías.
Y mientras, en España continuamos con nuestro “susto o muerte”, puesto que nos encontramos expuestos a esa situación económica a la que se enfrenta nuestros sectores exportadores, con una balanza comercial en negativo, con esa lucha contra la inflación que, probablemente nos lleve al estancamiento del crecimiento económico (sustentando, mayoritariamente, por la inversión pública aupada por la presión fiscal) y una elevada tasa de desempleo (pese a los maquillajes de los empleos temporales).