Sergio lópez, CEO de Viviendea No voy a empezar hablando del mismo tema con el que los informativos arrancan todos los días. Voy a empezar mirando un paso más allá. Creo que ya no cabe ninguna duda de que, tras esta crisis sanitaria, vendrán tiempos de incertidumbre en términos económicos. Así que cuanto antes encaremos esa realidad, antes nos pondremos manos a la obra y a proponer soluciones para lo que se nos viene encima.
Desde el sector inmobiliario hay muchos altavoces que están repitiendo que esta crisis no es nuestra y que no puede explotar una burbuja que no existe. Además, nos calificamos como “el sector que va a pilotar la recuperación de la economía, somos los que vamos a levantar esta crisis”. Suena bien.
Y en cierto modo es cierto. La actual coyuntura nada tiene que ver con la que quebró el sistema financiero e inmobiliario en el año 2007. Con ello, el optimismo con el que encaramos la recuperación económica dentro del sector parece bien fundamentado.
Y sí, ahora va “el pero”. Si prestamos atención, todos los indicadores de referencia que hablan de la salud del sector son datos a gran escala: número de hipotecas firmadas, tipos de interés medio, número de compraventas, incremento (o decremento) del precio de la vivienda… y esos datos siguen siendo razonablemente positivos. Se vuelven a firmar hipotecas, el precio de venta en obra nueva no baja… Así que continuamos.
Pero nos seguimos olvidando de usted, de ustedes, de ti y de todos vosotros.
Por muy bien que se recupere la economía, si la situación obliga a bajar la persiana a empresas de otros sectores y el paro aumenta hasta las previsiones más pesimistas, desaparecerán nuestros clientes. Sin cliente no hay ventas, sin ventas ya podemos estar saneados y ser esa punta de lanza anunciada que acabaremos donde ya sabemos.
De la crisis que nació en el año 2007 surgió una sociedad “low cost” con empresas/servicios con muy bajos márgenes. Con márgenes tan bajos, los salarios que se pagan disminuyen. Con salarios bajos el ahorro se hace prácticamente imposible. Con salarios bajos y poca capacidad de ahorro el techo de precio de venta de una vivienda cada vez es más bajo. Y así empieza la cuesta abajo…
Por otro lado, las nuevas normativas hacen que las nuevas viviendas tengan una calidad superior (que ya tocaba), provocando que el coste de construcción (incluyendo impuestos) cada vez sea mayor. Un camino que nos lleva a que cada vez más promotores salgan de un mercado que ya no les resulta rentable, que se refugien en el alquiler y así este camino mal asfaltado puede hacer que, queriendo ser locomotora de la recuperación, seamos los primeros en estrellarnos en esta mal llamada “nueva normalidad”.
Pero usted, ustedes, tú y vosotros seguís necesitando un lugar donde habitar.
Así que, ahora que tenemos la oportunidad de volver a empezar, empecemos por lo importante, por las personas.
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