Susana Gisbert./EPDA
Cuando
era una niña, todo el mundo veía lo mismo en televisión. Si lo veía, claro está,
porque aquellos malditos dos rombos con que el Estado decidía lo que era
adecuado o no para ver a determinada edad eran la excusa perfecta para que
nuestros progenitores nos mandaran a la cama sin rechistar. Compartieran o no
el criterio de los rombos.
Pero, rombos aparte, veíamos lo mismo. E íbamos a
clase al día siguiente preguntando quién había visto acabar la película o el
capítulo de la serie para que, caso de no haber podido ver el final, alguien lo
contara. Así que no había nadie que no supiera quien era Falconetti, Angela Channing,
Heidi, Laura Ingalls o, por supuesto, Chanquete. Por eso, cuando nos juntábamos
tres chicas jóvenes y monas para descubrir algo nos llamaban “los ángeles de
Charlie” o a la persona que era capaz de arreglarlo todo sin ninguna
herramienta se le comparaba con Mc Gyver, y por eso también equiparábamos cualquier
búsqueda de alguien con la emprendida por Marco en pos de su madre.
Aquello se acabó. Ahora son infinidad las plataformas
y canales públicos y privados que ofrecen programas, series y películas atractivas
a la vez. Y, además, permiten verlo en el momento en que una quiera. De modo
que la película de ayer sería, parafraseando el título de una oscarizada
película, todas a la vez en todas partes. Y así hemos dejado de compartir
muchas cosas.
No obstante, parece que todavía hay cosas que ve
todo el mundo. O casi todo, porque yo debo ser rarita. Y es que nunca he visto
un solo capítulo de Juego de tronos, ni tampoco ninguna entrega de Harry Potter.
Y, si sigo confesando mis pecados, tampoco fui capaz de ver entero un solo
programa de Gran Hermano, aunque juro que me esforcé mucho en tratar de acabar de
visionar uno de la primera temporada, esa de la que todo el mundo hablaba en su
día. Así que me he quedado sin referentes, y cuando alguien se compara con uno
de los personajes, disimulo y miro a cielo como si supiera de qué están
hablando. Exactamente como tuve que hacer alguna vez de niña para ocultar que
no había viso aquella serie que era lo más, V, que no podía soportar con sus
lagartos que tragaban ratas.
Así que cada vez nos lo ponen más difícil.
Y yo, resistiéndome a ver esas series de que habla
todo el mundo. Per no soy la peor. Tengo una amiga que jamás vio un solo
capítulo de Verano azul. Y sigue tan pichi. Verdad verdadera.
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