Juan Pedro Burgos, fundador de la Mancomunidad La Serranía. /EPDALa Serranía, esta bella valenciana tan desconocida. Esta comarca es para disfrutarla, es para vivirla.
Para que haya una Serranía viva, es preciso que haya vida todo el año, no solo en Pascuas. Los vecinos de La Serranía viven todos sus días las deficiencias e inexistencia de servicios, debido a que es una comarca valenciana de la España Vaciada. Es ineludible que la Generalitat Valenciana y el Estado destinen inversiones realistas a esta zona del interior montañoso de Valencia, así como que bajen sus impuestos, tanto para reactivar la economía y fomentar la repoblación, como por ser un acto de justicia, ya que son pocos los servicios públicos con que se cuenta en este extenso territorio.
Podría parecer una gran paradoja, que una vez explicitado lo dicho en el párrafo anterior, afirme que La Serranía es maravillosa para una buena vida. Y no es que lo diga yo, que también, sino es que lo demuestran todos y cada uno de los miles de visitantes que han venido estas Pascuas. Es fácil disfrutar una buena vida en La Serranía. Como han disfrutado sus visitantes, por estar inmersa en plena naturaleza; por disfrutar de un clima mediterráneo y con altitudes considerables; por contar con unos vecinos afables, sencillos y hospitalarios; por ser autóctonas sus naturales viandas y sus excelentes productos del campo, como sus carnes, su pan, sus embutidos, sus mieles, sus vinos y sus cervezas a modo de ejemplo.
Es de sentido común que, donde fueres, haz lo que vieres. Es decir, que los urbanitas deben ante todo respetar los modos y costumbres de la vida cotidiana de La Serranía. Los visitantes se van a encontrar la especialísima relación de los serranos con los animales y, sobre todo, con los de corral. Van a conocer cómo habitan en los gallineros, en las conejeras y en suelo del corral. Cómo se les cuida. Y cómo tienen sus horarios. También se van a tropezar con la libertad de que gozan los niños, desde su más temprana infancia, para estar y jugar por todo el pueblo todo el día, incluso por los barrancos, huertos, fuentes y caminos más o menos próximos.
Además, van a experimentar una gran cualidad de la vida en La Serranía: su ritmo humano. Un ritmo de vida acorde con la naturaleza humana. Una cultura humana no invadida por el automóvil. Donde no hay semáforos. Donde se evita el estrés. Donde se saluda a todos y se para uno a conversar con el que pasa con el tractor y, si tú te has de esperar a que terminen, ¡te esperas! Respeto. Pues además, a continuación, lo vas a hacer tú.
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