Pedro Rodríguez, senador en la XIII Legislatura./EPDA En el mes de julio,
el presidente Mazón anunció la creación de una Dirección General de la
Industria Musical. Siempre cuestan estas cosas, pero noviembre, el próximo día 22
la celebración de Santa Cecilia inunda todas nuestras bandas, escuelas y
conservatorios de fiesta tradicional, música y alegría, parece la fecha
adecuada para dar este paso, un paso que sería histórico en nuestro imaginario
colectivo, en el que Valencia es la tierra de la música por muchas cosas y para
muchísima gente.
Pero, más allá del
sitio que la música ocupa en nuestro corazón, 12.500 empleos y un impacto
output de más de 1.200 millones de euros en la economía valenciana parecen
tener la culpa “Con estos números, ¿cómo no vamos a tener una Dirección General
de la industria musical?” president dixit. Pues eso. Además, hay una
cuestión estratégica con nombres y apellidos. Mazón, sensible con la música
desde siempre como el mismo se define en actos públicos, ha abrazado desde la
pasada exitosa campaña electoral, la propuesta que María José Catalá le hizo, y
que fue que la música ocupara un lugar relevante en el discurso, primero de la
campaña del PP y después del gobierno del Palau.
En el Ayuntamiento
de Valencia donde, Manuel Tomás, ideólogo de todo esto que cuento en gran
parte, responsable de nuevos proyectos del Cap i Casal ahora, ahí es nada, y
anterior responsable de Culturarts y de Educación, también con Catalá de
jefa-Consellera, han formado un equipo con gente del sector en diferentes
frentes y están consiguiendo que Valencia vuelva a sentirse orgullosa de sus
instalaciones y agrupaciones artísticas. Están, sencillamente, y les puedo
garantizar que no es fácil salir de donde el Botànic nos metió, ganando el
relato en lo que a música se refiere.
Ahora el president debe
ganar el relato para el Gobierno de la Generalitat. Si Ximo Puig fue quién mayores
éxitos consiguió para las Bandas de música con el apoyo a su Federación y a sus
Escuelas, con dotaciones, campañas y reconocimientos sin precedentes en los
últimos treinta años, incluido un cariño especial muy por encima del del
conseller del ramo, a Mazón le toca construir una industria musical inexistente
en la Comunitat Valenciana a pesar de los números. Tiene lo más difícil de
conseguir, los recursos-persona y una base económica de partida. Falta sólo la
voluntad de que lo público se alineé con lo que la sociedad ha construido. Precisamente,
lo que está en su mano.
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