Cloti Iborra. /EPDALos datos del último informe de CCOO PV sobre la situación sociolaboral de las mujeres en el País Valencià corroboran la persistencia de brechas de género, pese al incuestionable efecto corrector de las políticas específicas de igualdad y de la introducción de la perspectiva de género en las políticas públicas.
Debemos seguir incorporando nuevas medidas que agilicen la consecución de la igualdad, como la exigencia sindical de un Pacto Estatal por los Cuidados.
El informe analiza con detalle indicadores como tasa de actividad, empleo, desempleo, parcialidad, temporalidad, etc., que confirman tanto la situación de desventaja respecto a los hombres, como la reducción de las distancias en algunas de ellas.
Hay más mujeres que hombres en edad de trabajar pero, según la EPA del cuarto trimestre de 2024, sólo suponen el 46.5% de la población ocupada. Este es el mejor dato de toda la serie histórica de empleo para las mujeres, ¿por qué la presencia en el mercado de trabajo sigue siendo inferior?
Cuantificando las brechas laborales respecto a los hombres, la diferencia es de más de 9 puntos en la tasa de empleo; más de 10 puntos en la tasa de actividad; casi 6 en la de temporalidad; 10 puntos en la tasa de inactividad; más de un punto en la tasa de paro y más de 17 en la de parcialidad.
Respecto a la distribución en sectores de actividad, frente a la diversificación masculina, la presencia femenina se concentra en el sector servicios, que emplea al 87,1% de las mujeres en activo, mientras su presencia en la industria no llega al 11%. Este incremento de la tasa de empleo femenino en el sector servicios lleva incorporada la precariedad que caracteriza al sector, con niveles salariales relativamente bajos y condiciones laborales inferiores a otros. Una de las conclusiones del informe es la conveniencia de impulsar una presencia más equilibrada de ambos sexos en todos los sectores productivos.
Persiste asimismo una clara segregación ocupacional. Paradójicamente, ni la concentración de mujeres en trabajos no cualificados, ni la ocupación mayoritaria masculina de cargos de dirección y trabajos cualificados se corresponde con el nivel de estudios alcanzado. El único nivel profesional en el que existe una cierta equiparación entre ambos sexos es el de personal técnico. Esto nos lleva a inferir un nivel de exigencia superior para conseguir empleo. Pese a estar mejor formadas, ellas tienen más dificultades para su inserción laboral y obtienen empleos con peores condiciones laborales.
La modalidad de jornada es otra variable en el desequilibrio laboral por sexo, ya que tiene una incidencia negativa en las retribuciones presentes y futuras. El 76,4% de las personas que trabajan a tiempo parcial son mujeres, casi 8 de cada 10. Al respecto, el informe advierte contra el mito del carácter voluntario de la jornada parcial femenina. El primero de los motivos alegados por ambos sexos para trabajar a jornada a tiempo parcial es no haber encontrado un empleo a tiempo completo. Cuando la motivación de la parcialidad está relacionada con el cuidado, las mujeres representan el 24% y los hombres un 9%. Para CCOO la causa principal y donde hay mayor margen de intervención es la falta de políticas públicas y empresariales para poder compatibilizar vida laboral y necesidad de atención a los cuidados.
¿Cómo afectan cuestiones como la perpetuación de roles de género o la asunción de la carga de los cuidados a la trayectoria laboral femenina? En el año 2023 (último dato disponible), en el País Valencià, el 87,7% de las excedencias por cuidado de menores, y el 78,2% por cuidado de familiares, fueron solicitadas por mujeres.
El informe publicado con ocasión del Día de la Igualdad Salarial CCOO cifraba la brecha salarial de género en un 17% (últimos datos disponibles del año 2022) una distancia que en las pensiones se agranda hasta un 32% de diferencia en la pensión media mensual.
La radiografía macro del actual mercado laboral valenciano evidencia la persistencia de una fuerte división sexual del trabajo, derivada de un sistema patriarcal y capitalista, que condiciona el acceso de las mujeres a determinados empleos y puestos. En él sobreviven mujeres trabajadoras con realidades más o menos precarias. La carga de los cuidados está presente en la inmensa mayoría. La acción sindical de proximidad y con perspectiva permite poner cara a los números.
Ana trabajaba a tiempo parcial como auxiliar de ayuda a domicilio, buscaba algo a tiempo completo pero no encontró. Se quedó embarazada y, tras el permiso por nacimiento, decidió pedir una excedencia por cuidados porque no había guarderías públicas en la zona. Cuando se incorporó redujo un poco más la jornada, para poder llevar y recoger a la criatura del colegio. Pensó que cuando se hiciera más grande extendería su jornada e incluso buscaría otro trabajo mejor, pero entonces enfermó su suegro.
Cuando le planteó a Andrés que se ocupara de su padre y ella ampliaría jornada no le salían las cuentas. Él trabaja en una fábrica a turnos, pero cobra más, su convenio es mejor y además tiene complementos por turnicidad y nocturnidad, que incrementan la nómina. Una amiga le ha dicho a Ana que de seguir así, se olvide de cobrar una pensión contributiva. Lleva trabajando desde los 18, pero depende económicamente de un hombre que aunque a veces “la ayuda” en casa, le da muy mala vida cuando se pone agresivo.
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