Las piezas se exhibirán en el museo parroquial local, aunque se han colocado réplicas en su ubicación original. FOTO: GVA La Fundación La Luz de las Imágenes ha presentado la restauración de dos cruces de término, datadas en los siglos XIV y XVIII, que se encontraban incrustadas en las ermitas de San Antonio Abad y del Santo Cristo de Bocairent, respectivamente. Durante la intervención de estas obras se comprobó que se trataba de peirons empotrados en los muros, y que ocultaban en los dos casos la talla de una Virgen con el Niño.
Ambas piezas se encontraban en el exterior de las ermitas por lo que mostraban una clara erosión del material pétreo, con síntomas de fragmentación y pérdidas evidentes. La intervención llevada a cabo en el Centro de Conservación de Bienes Muebles de La Luz de las Imágenes ha permitido su consolidación y restauración, así como su exposición, a partir de hoy y de manera permanente, en el Museo Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Bocairent.
Dichas obras originales se muestran desde hoy en las dependencias del Museo Parroquial de Bocairent, donde La Luz de las Imágenes realizó en el diseño, la reorganización museográfica y la redistribución de fondos y colecciones. Al mismo tiempo, técnicos de esta fundación han creado dos reproducciones de los peirons que han sido colocados en el mismo lugar donde se hallaban los originales.
El proceso de restauración desarrollado en los últimos meses ha permitido que la cruz gótica extraída del la Ermita de San Antonio, que se encontraba mutilada y presentaba en su anverso restos de calcinaciones, recupere su imagen originaría. El reverso muestra una Virgen coronada y sentada en su trono con el niño en sus brazos sobre una falsa ménsula que le proporciona al conjunto cierta profundidad y perspectiva.
Existen en esta pieza rasgos que la sitúan en el entorno románico, como son la mirada al frente de la Virgen y del Niño y la inexistencia entre ellos de relación afectiva. En el anverso también se puede apreciar el hieratismo del Cristo crucificado que tiene la cabeza erguida y los ojos abiertos mirando al frente, como símbolo del triunfo de Cristo sobre la muerte.
En el caso del peirón de la Ermita del Santo Cristo, en el lado visto de la cruz, en el que se representa a Cristo Crucificado, se encontraba en muy mal estado de conservación y mutilado por la acción del hombre, apreciándose más la huella de la figura que la imagen en sí. Las intervenciones desarrolladas permiten ahora la contemplación original de la obra.
En el reverso, que estaba oculto hasta el momento, se aprecia la Corona de Espinas tallada en el punto de intersección entre los brazos y el tronco, y en el tronco de la cruz un gallo sobre una columna. Estos elementos forman parte del repertorio de símbolos de la pasión denominado Armas de Cristo, en el que el gallo simboliza las negaciones de San Pedro, tal y como se recoge en los Evangelios, y la columna representa la columna de la flagelación de Cristo.
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