Vicente Javier Más Torrecillas, doctor en Historia y académico de la RACV. /EPDA En 1964, a Manuel Fraga se le ocurrió aquello de “25 años de paz”. No había nada que celebrar, porque la paz se presuponía en la sociedad occidental del siglo XX, pero eso dio alas al régimen para celebrar una fiesta.
Esta semana, la alicantina que dirige el Ayuntamiento de Castellón, Begoña Carrasco, y su pequeño mandarín, han celebrado la victoria del PP en las últimas elecciones municipales. Tal cual. Sí, sí, lo han leído bien. En lugar de dedicarse a gestionar un municipio que se cae a trozos, que lidera el paro y que han tomado los okupas y delincuentes, se afana en celebraciones gaseosa, es decir, en festejar la nada más absoluta. Y no piensen que esto es una situación atípica de los populares de Castellón, no. El pequeño mandarín, el de las reuniones con inversores locales inmobiliarios no se sabe muy bien para qué, dijo tranquilamente hace 15 días que estaba muy contento de este año de gobierno porque todas las semanas había fiesta en Castellón. No merece comentarios. De gestión de Urbanismo no dijo ni pío, y eso que se levanta al mes sus más de 60.000 euritos (en su trabajo habitual cobraba unos 20.000). Pues nada, oye, a seguir con el amiguito de las multas celebrándolo en las Tascas.
La fiesta carrasquil tuvo como objetivo principal los medios de comunicación, que para eso invierte el Ayuntamiento un pastizal (les invito a que entren en la página oficial y vean los pagos directos a medios. Se llevarán una sorpresa muy interesante. Ya hablaremos en otra columna de lo que esconden). ¡Qué bonitas fotos de periodistas risueñas cogidas del hombro de concejales barbados! Es la perfecta imagen de un municipio que se hunde como el Titánic mientras la orquesta toca la música y los políticos y “amiguis” bailotean.
En la Alemania nazi se llegó a festejar, incluso, la natividad de Hitler. En Castellón, paraíso de la fiesta según su concejal de Urbanismo, el gobierno de los Ceucescu, mujer alcaldesa y marido pregonero, se puede esperar de todo. La siguiente fiesta de la gaseosa podría ser el cumpleaños de cualquiera de los dos. ¡Vaya Usted a saber!
Mientras bebían cocacola y comían coca de tomate, en el otro extremo de la ciudad se consumaba una de las mayores vergüenzas deportivas que ha visto Castellón. El baloncesto femenino a punto de ceder su plaza en la liga por falta de dinero. El Nou Bàsquet Femení no podía competir en la liga Challenge porque el Ayuntamiento no lo apoyaba. Ni tan siquiera 24.000 euros para el depósito del aval que exigía la liga. Decenas de niñas que vieron peligrar un ocio sano y deportivo, porque Carrasco se gasta el dinero en sueldos y fiestas de auto bombo. Un club que representa a toda la ciudad, que es reflejo de la capacidad femenina para luchar, para enseñar valores, para competir y para compartir esfuerzo. Una lucha semanal que tan bien ha gestionado Lola Valls y que estuvo a punto de venirse abajo porque el machismo del gobierno carrasquil tiene dinero para marcadores estropeados en Castalia pero no para las niñas del baloncesto.
Menos mal que la presión popular ha hecho rectificar en el último momento al consistorio. Un diez para el NBC y Lola. Pero estos hechos han puesto de manifiesto la carencia de gestión, el machismo y la gaseosa vacía de un consistorio que vive del postureo falso de las redes sociales y olvida la gestión de una ciudad que se muere.
PD: El Ayuntamiento prometió limpiar el solar de los okupas incendiado de forma inmediata. Una mentira más.
PD2: parece que las viejas empresas contratadas por Diputación cuando el concejal fake era diputado de Cultura vuelven a campar a sus anchas por la ciudad. Una ciudad de muertos vivientes.
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