Jordi Ardit, presidente de la ONG Música para el Autismo. /EPDAEl infinito es un concepto que invita a la reflexión. No es una palabra cualquiera. Los matemáticos lo definen como aquel valor mayor que cualquier cantidad asignable. En el diccionario de la R.A.E. figuran sinónimos como ilimitado, inagotable o eterno.
“Somos Infinitos”, lema de Autismo España para conmemorar el Día Mundial del Autismo este 2 de abril, nos transmite la idea de que el autismo es un espectro en el que caben infinitos valores. Cada persona autista es única, con unas necesidades, capacidades e intereses específicos, y, por lo tanto, demandará unos apoyos adaptados a su situación personal y a su momento vital.
¿Ǫué pasará cuando tenga más fuerza que yo?, ¿qué pasará cuando empiece a correr y no pueda alcanzarle?, ¿qué pasará cuando yo no esté?… Esas y muchas otras preguntas nos hacemos los padres y madres de personas con autismo a diario. Ellos crecen y nosotros envejecemos. Su energía parece inagotable, como el infinito, y la nuestra va menguando año tras año. Ahora más que nunca, necesitamos ayuda.
Valorar el compromiso de una administración pública, en concreto, la de la Comunidad Valenciana, con el apoyo a las familias de personas con autismo, no es fácil. Se ha avanzado mucho a lo largo de los años. Figuras como la del asistente personal, inimaginables hace una década, son hoy en día una realidad que está ayudando a muchas familias. Sin embargo, queda mucho por hacer. Listas de espera de años para una plaza en un centro de día, o de lustros para un centro residencial o vivienda tutelada, no son nada razonables, pues llevan a muchas familias a vivir situaciones límite que jamás deberían producirse.
La Administración, incapaz de hacer frente a estas situaciones, necesita de la ayuda y colaboración de entidades sin ánimo de lucro, como asociaciones de familias o fundaciones privadas. Son precisamente estas entidades las que están ampliando el número de recursos de todo tipo y contribuyendo a hacer más pequeñas esas listas de espera. Gracias a la financiación privada y a la involucración de familias y personas muy comprometidas, algunas de ellas ajenas al autismo, podemos seguir avanzando.
Hemos recorrido un largo camino y sorteado multitud de obstáculos, y queda otro tanto por andar y descubrir. No nos podemos detener ahora. Hay que hacer mucho más… ¡Hay que hacer infinito!
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