Susana Gisbert./EPDA
La semana pasada en estas mismas líneas, comentaba
sobre los sacrificios de niñas, niños y jóvenes que practican gimnasia rítmica
-y otras modalidades de gimnasia- y participan en competiciones al más alto
nivel. Acababa de asistir a una de esas competiciones y me había quedado boquiabierta
no solo con sus ejercicios, sino con todas las horas que necesitan practicar
para llegar a hacer todas eso, a cambio de satisfacción personal y poco más.
Porque parece que todo el deporte que no sea fútbol no merece atención, ni, lo
que es más grave, apoyo.
No sabía yo cuando contaba aquello lo cerca que
estaba de comprobar los sinsabores de esa falta de apoyo. Porque muchas de esas
gimnastas, más de medio centenar, se iban a quedar sin las instalaciones que
necesitan para realizar sus entrenamientos. Y a mí me lo han contado y no doy
crédito, así que lo cuento no solo para compartir mi indignación sino para ver
si se obra el milagro y aparece una solución. Aunque, en realidad, no debería
ser un milagro sino justicia pura y dura.
Me estoy refiriendo a algo que le ha ocurrido al
Club de Gimnasia Rítmica Alboraya que, de la noche a la mañana, se ha
encontrado con que el Instituto Rascanya, que les cedía sus instalaciones
deportivas con la contraprestación de que el Instituto pudiera usar las de la
Ciutat de l’esport de Alboraya, les ha solicitado la devolución de las llaves y
el cese del uso de sus instalaciones. ¿El motivo? Pues algo tan peregrino como
la existencia de una normativa que exige que haya un conserje cuando se usan
las instalaciones tardes y festivos, que es precisamente cuando se necesitan
porque las gimnastas entrenan fuera de horario lectivo, obviamente. Hay que
destacar, por si alguien lo duda, que hasta el momento esa ausencia de conserje
no había planteado ningún problema ni se habían recibido quejas.
Esta cuestión, que se plantea como irresoluble,
tiene muchas soluciones a poco que se tenga voluntad. La primera, entender que
se trata de una excepción a la necesidad de conserje, por tratarse de un uso
parcial y restringido de las instalaciones y no hace falta ni siquiera acceso a
ninguna otra parte del centro. Pero, todavía más fácil sería cumplir con la
normativa y contratar un conserje para esas horas. Que podría hacerse por el Ayuntamiento
de Alboraya, con el que existe convenio y que saca pecho por que las
deportistas lleven el nombre de su pueblo tan lejos como puedan, o bien por la
Conselleria correspondiente, como un modo de fomentar algún deporte más allá
del fútbol.
Practicar un deporte como la gimnasia rítmica es
sano, fomenta lo valores deportivos y da una envidiable disciplina a la gente
joven. Ya quisieran muchas madres y padres que sus criaturas hicieran esto en
lugar de practicar botellón cada fin de semana. Pero los poderes públicos no
parecen apreciarlo. Así que aquí lo dejo. A quien corresponda
Comparte la noticia
Categorías de la noticia