Juan Benito Rodríguez ManzanaresSi en
Valencia hay algo que reluce más que el sol, y ya es decir, es nuestra querida,
entrañable y tradicional Feria de Julio, también llamada, sobre
todo en sus inicios, la Gran Feria de Valencia. Pero de igual
manera, si hay algo que este año está teniendo más relevancia que cualquier
otra cosa, es la pandemia derivada del Coronavirus (Covid-19), pues
por culpa de ella, todos los actos culturales se hayan suspendidos desde el pasado
nueve de marzo, y nuestra querida Feria de Julio, símbolo de la cultura del
pueblo valenciano, pues con ella hemos crecido todos los hijos de Valencia,
también ha sufrido este año su cancelación.
Mas la Gran
Feria de Valencia tiene sus orígenes entroncados intrínsecamente con las corridas
de toros que se celebran en julio, las cuales se celebraban exactamente
los días 23, 24 y 25. La fiesta taurina siempre ha estado muy arraigada en
España y también en Valencia, y en aquella época, desde que se crearon las
líneas de trenes Valencia-Játiva y más tarde alguna otra, los aficionados a los
toros venían a Valencia a ver torear a sus ídolos.
Pero, tras acabar las
corridas, tanto la burguesía valenciana como los forasteros, buscaban otros lugares
para pasar el estío como El Cabañal junto a la playa, o Godella
en el interior, haciendo que Valencia se quedara sin todas esas personas que
podían «dejarse los cuartos» en ella.
Así, con
esta situación, en 1871 unos concejales decidieron presentar una idea al
Excelentísimo Ayuntamiento de Valencia, siendo su alcalde Vicente Barberá y
Villegas (¿?-1886), con la cual pretendían promocionar turísticamente Valencia,
y que el dinero que se iba a engrosar las arcas de otros lugares se quedara en
Valencia.
Esta
propuesta fue la de crear una feria anual junto con una exposición de productos
valencianos. La idea fue muy bien recibida por todos y se decidió llevarla a
cabo, y para ello en mayo de 1871 nombraron al concejal Mariano Aser, asesinado
en 1873, para que desarrollara la misma. Además, también incluyeron en la
organización del proyecto a instituciones y entidades diversas, y además, a la
prensa valenciana, pues desde siempre un buen sistema de promoción ha sido la
piedra angular de cualquier proyecto.
Para situar
la feria, como no podía ser de otra manera, buscaron un lugar próspero y
elegante que estuviera a la altura de los objetivos el proyecto, y decidieron
situar la feria en el Paseo de la Alameda, que en ese momento era
una de los lugares más representativos de Valencia, aunque para poder llevar el
proyecto a cabo, tuvieron que sortear algunos problemas que se fueron
resolviendo sobre la marcha en gran medida gracias a José Campo Pérez
(1817-1889), más conocido como el marqués de Campo, el cual se convirtió en uno
de los mas grandes benefactores que ha tenido la feria en toda su historia.
La
materialización de la Gran Feria de Valencia ya se había iniciado, y a pesar de
todos los problemas para su puesta en marcha, como lo fue el alumbrado en la
Alameda, pues esto superaba los 12.000 reales que tenían de presupuesto, y los
pocos meses que tuvieron para la ejecución del proyecto, en julio estaba
funcionando para aprovechar las tradicionales corridas de toros y toda la gente
que venía para verlas.
Pronto la
Gran Feria de Valencia contó con la participación de los Gremios,
muy potentes en aquel entonces; los pirotécnicos, que vieron una nueva
oportunidad, además de las Fallas, para poder disparar sus fuegos artificiales y
multitud de entidades más como los bomberos, que realizaban demostraciones de
sus nuevas tecnologías en vivo apagando algún incendio provocado por ellos.
Una de las
atracciones estrella de la Gran Feria de Valencia eran los pabellones, donde
venían a cantar los más prestigiosos cantantes y grupos de la época mientras
que los visitantes cenaban y bailaban sus melodías.
Aunque el
pabellón por excelencia, fue el que el Ayuntamiento de Valencia terminó de
construir en 1926 de la mano de los arquitectos Carlos Cortina y Bernardo
Gómez, llamado Pabellón Municipal, el cual era una impresionante
edificación que se elevaba sobre una terraza de 14x33 metros sostenidos por
pilastras, y que constaba de tres cuerpos rematados por unas impresionantes
cúpulas de cristal, siendo la central la más grande y llamativa con una altura
de 23 metros.
A la parte
superior se accedía por dos generosas y bellas escalinatas, a través de las
cuales se llegaba a un salón que constituía una terraza que medía 28x5 metros y
que el Ayuntamiento utilizaba para realizar todo tipo de recepciones.
Durante
muchos años este pabellón fue sinónimo de burguesía, dinero y gente de poder
que eran las que mayoritariamente frecuentaban esta edificación.
En 1973 el
pabellón fue trasladado a los Jardines del Real, más conocidos
como los Jardines de Viveros por haber sido utilizado este jardín
en 1903 por el Ayuntamiento de Valencia como vivero de árboles, donde su
abandono comenzó a ser notorio al no cumplir ya con la misión para la que fue
construido, siendo su verdugo los fuertes vientos que azotaron Valencia en
1981, año en que se desplomó quedando parcialmente destruido.
Otro de los
grandes hitos que nos trajo la Gran Feria de Valencia, fue la llamada Batalla
de Flores, incorporada a las fiestas feriales en 1891 de la mano de Pasqual
Frígola Ahís Xacmar i Beltrán (1822-1893), barón de Cortes de Pallás y además,
presidente de Lo Rat Penat (Asociación de Amadores de las Glorias de
Valencia), entidad señera en todo lo referente a Valencia, sus
tradiciones, su lengua y su cultura, y además, creadora, promotora y mantenedora de multitud
de grandes eventos que, como este han llegado hasta nuestros días como la
citaba Batalla de Flores, o los Juegos Florales de Valencia.
La Batalla
de Flores de Valencia, celebrada siempre el último domingo de julio, es el
desfile de estas características más antiguo de España, el cual recorre con
serena elegancia, festividad y emotividad, el emblemático Paseo de la Alameda.
En un principio este desfile floral lo componían carrozas magistralmente
adornadas y engalanadas con todo tipo de flores, adornos y ornamentos, pues con
estas carrozas la alta burguesía, que era la que principalmente participaba en
el desfile, mostraba su poder económico y social, luciendo las mujeres unos
impresionantes vestidos y todo tipo de joyas y complementos. Bastantes años más
tarde se popularizó el desfile, abandonando la alta burguesía la participación
en el mismo, siendo este el formato que conocemos en la actualidad.
La feria con
el devenir del tiempo ha conocido diversos emplazamientos con mayor o menor
fortuna e incluso ha pasado por algunos años de horas bajas que incluso podría
haber peligrado su continuidad, pero no fue así y en la actualidad es una de
las ferias más grandes que se instalan en España, contando la misma
principalmente con las atracciones típicas de feria con sus coches de choque,
su tren de la bruja, y sus casetas para poder hacer blanco en multitud de
dianas con rifles, aros y mil cosas más.
Su noria, cada año más alta que el
anterior y en los últimos tiempo incluso con montaña rusa e innumerables
atracciones más, sin olvidarnos de los restaurantes montados en la misma donde
se pueden degustar todo tipo de platos y vinos, tanto valencianos como de otros
puntos de nuestra geografía, y las típicas casetas de todo tipo de dulces que
hacen las delicias de niños y no tan niños.
La diversión
es parte indisoluble de la cultura, por tal motivo y siempre…
Valencia es
sinónimo de cultura.
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