Desde los tiempos que Allan Kardec puso de moda en la sociedad del siglo XIX su doctrina espírita, todo cambió en varios conceptos dentro del mundo espiritista y del “más allá”.
Valencia no fue ajena a estos movimientos, incluso en la ciudad se llegó a prohibir algunas actividades como adivinos, consultas del futuro y echadoras de cartas, una ley impuesta por el mismo gobernador civil que regentaba el cargo durante la época del popular caso acontecido en Valencia durante mayo del 1915: El caso del “Duende de la plaza del esparto”.
Allan Kardec, con su doctrinas y conferencias, comienzan a notarse notablemente y aumentando los interesados, que facilitó proliferar diversas sociedades espiritistas, especialmente en Francia e Inglaterra, que ganarían muchos adeptos populares como Arthur Conan Doyle, Víctor Hugo o Madame Curie.
La introducción del espiritismo en Valencia estuvo marcada por la visita de médiums y espiritistas extranjeros que realizaban sesiones y conferencias en la ciudad. Estas actividades despertaron el interés de algunas personas y sentaron las bases para la formación de grupos y sociedades espiritistas en Valencia.
Uno de los eventos más significativos para la difusión del espiritismo en Valencia fue la visita del médium y escritor sueco Viktoriano Sardou en 1869. Durante su estancia en la ciudad, Sardou realizó las primeras sesiones espiritistas en la ciudad y que atrajeron a un público considerable.
Sardou alcanzaba un trance ante el público presente y lograba dibujar unos gráficos y bocetos curiosos que representaban las casas de ciertos difuntos en el “más allá”, como la de Mozart o incluso Zaratustra. Donde muchos se quedaban asombrados ante sus exposiciones y conferencias, pese a las críticas generadas.
A partir de entonces, se establecieron sociedades espiritistas en Valencia, donde se llevaban a cabo experiencias mediúmnicas y se discutían temas relacionados con el espiritismo.
Incluso la popular Amalia Domingo Soler (1835-1909) fue una destacada escritora y pensadora espiritista que nació en Barcelona y se convirtió en una figura importante en el movimiento espiritista, dejó parte de sus experiencias y fundó una revista llamada “La luz del Porvenir” que se llegó a editar en Valencia.
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