Alicia Giner. EPDA
En el momento que acontece, determinados grupos, calificables incluso de sectarios intentan hacernos sentir un falso animalismo. Un animal es un ser vivo, no un ser humano y, en consecuencia sus necesidades son completamente diferentes.
En otro orden de cosas y, eso quiero dejar muy claro, no deja de ser una opinión personal, dejar pájaros sueltos en la cocina, permitir a un gato lamer leche de un plato usado por personas resulta poco aséptico.
El animal tiene una función, además de por supuesto, en muchos casos es referente de compañía.
En la Huerta Valenciana el caballo era un instrumento de trabajo. Con el equino se trabajaba la tierra por lo tanto era muy estimado y estaba perfectamente colmado en sus necesidades.
En los años 40 un tratante de caballos de Meliana, Ramón Tamarit, los probaba en el río para demostrar su fuerza. Así nació el "Tiro y Arrastre". ¡¡¡¡Un concurso muy valenciano!!!! ¡¡¡¡Muy nuestro!!!! Donde un caballo tira y arrastra. Hoy en día está perfectamente reglado. El caballo debe parar tres veces y no se le puede pegar. Solo se le anima a seguir tirando y arrastrando.
Un tío mío, Manolo Berenguer en nuestra fértil tierra perteneciente a 'Casa Clemencia " fue 232 veces, primer premio de Tiro y Arrastre.
El Brillante era un percherón negro precioso además de dócil al extremo. Este equino llegó a transportar 1946 kilos.
Hay quien va a decir:
¡¡¡¡Qué barbaridad!!!! Y realmente es así pero os invito a reflexionar sobre el tema, desde el momento que es capaz de mover ese peso sus necesidades están perfectamente colmadas y su estado de salud es envidiable.
Mi tío sacaba los toros del ruedo. Vamos a ver, ¡¡¡¡ahora los amantes de la Tauromaquia somos tachados de asesinos!!!! Pero esto donde se ha visto???
El toro bravo es un animal de combate. Disfruta luchando, peleando...
La lidia es una puerta abierta al bienestar de mucha gente. Personas comen del toro y eso no me lo puede negar nadie.
Además estos falsos animalistas hablan desde el desconocimiento total. La res brava nace y vive en libertad. Es emperador en el campo!!! El ganadero con las reatas, cuando nace un becerro es conocedor incluso de las características físicas de los antepasados del animal. Hay un jefe en la ganadería y, más de una vez entre ellos se lían a cornadas por el puesto.
Cuando el toro sale al ruedo lo hace corriendo precisamente por eso, en el campo no hay barandillas y busca por donde salir.
Al ver al torero arremete contra él cuando ni siquiera le ha dado un capotazo. La res intenta como loca clavarle los pitones en esa danza.
Un novillero se prepara al extremo. Yo, eso ahora lo estoy viviendo en las experiencias de ese sobrino regalo del amor por lo más nuestro, Hugo Casado. En este momento es novillero de erales. No exagero, sé que cuando toree en la España de las flores esta Valencia de mil colores el primer animal se lo brindará a su tía Ali. Seré la princesa más valenciana al recibir ese honor.
El toro bravo no es maltrato animal. Más bien todo lo contrario.
Mi padre falleció hace seis años. Mi complicidad con él era plena. Mi progenitor fue mi mentor, mi referente, mi mejor amigo. Cuando le recriminaba su pasión por los festejos taurinos su respuesta siempre era la misma:
Acabadas las corridas el toro está condenado a su extinción, hija. Nadie lo va a cuidar. ¿¿¿Violencia??? El toro bravo es de todo menos eso y, en otro orden de cosas os tengo que confesar algo tan sencillo como: Solo me ha regalado amor
Álvaro de la Calle, matador de toros se ha convertido para mí en el hermano varón negado por la biología. Para su hija yo soy la tía Ali y de la misma manera él y su esposa para la mía.
Jamás ha tenido problemas en solventar ninguna de mis dudas. Con la suerte de varas se provoca que la sangre del toro circule. La adrenalina del animal ha subido, quiere ganar y con esos puyazos se evitan infartos y problemas cardíacos. Las banderillas avivan al animal, deben terminar la faena. Y la única intención del torero, además esas palabras son de mi hermano, de mi tete como le digo de cariño es matar bien. El sufrimiento es mínimo y, a día de hoy, después de todo lo que he aprendido me atrevo a afirmar con rotundidad algo: El toro bravo muere jugando .
Para más inri si su bravura lo lleva al indulto vuelve al campo. Semental hasta el final. Vamos a dejar de hablar desde la ignorancia.
Y para terminar vamos a la caza. Mi padre fue cazador. Un deporte también mal mirado hoy en día. Cuando la ternura de la infancia nos hacía recriminarle a mis hermanas y a mí la presencia de cadáveres de conejos, perdices y liebres en la canana la respuesta recibida siempre era la misma: Todo lo que se caza se come y comemos para vivir.
La semana siguiente mi abuela certificaba las palabras de su primogénito pues junto a mis primos degustábamos un arroz delicioso.
La caza es algo necesario para equilibrar el ecosistema. Estos años que la pandemia ha impedido sacar las escopetas el desastre en los cultivos ha sido brutal.
Mi padre, como os he dicho anteriormente, desgraciadamente ya no está y me cobijo en el saber de mi tío Pepe, su compañero los domingos cazadores.
Mi tío me hace reflexiones de extrema valía.
La escopeta portante por esos dos cazadores dueños de mis amores es una Benelli de calibre 12.
Mi padre y mi tío eran amantes de la caza menor pero con esa arma podían practicar también la mayor. En ella se puede introducir un cartucho bala.
En la caza menor los de perdigones invadían los cañones del arma, de diferente calibre, el 6, 7 u 8 en función de las necesidades impuestas por la climatología y el animal.
No nos equivoquemos. El cazador ama el animal. Hay una ley general de veda, la cual respeta los periodos de reproducción del animal. Existen especies protegidas como las aves rapaces y, si de modo accidental el amo de una escopeta las hiriera os garantizo algo: Él sería el primero que no se lo perdonaría.
El cazador ama al perro. Es compañero en sus andanzas campestres y desde muy pequeño lo enseña a coger la pieza y llevársela a la mano.
Os voy a contar una anécdota. El día que mi hija cumplía un año esperábamos a mi padre que venía de cazar y me trajo un gazapo de liebre. Mi tío Pepe tenía un dractar. La madre lo dejó solo y el perro lo llevaba en la boca.
Cuando entró en mi casa dejé de ponerme el despertador para darle el biberón a mi hija. Ya tenía un año. Y con biberones guardados de recuerdo me crié al Kiwi.
Salió de mi casa con tres kilos, directo al campo y los más orgullosos de mi crianza fueron mi padre y mi tío.
Vamos a dejar de hablar desde paradigmas sin más razón que una falsa tortura y cuando defendamos algo hagámoslo desde el conocimiento, no desde la ignorancia.
Álvaro, Hugo, vosotros me brindareis un toro y yo con mi letra clamo: ¡¡¡¡Papá, tío va por vosotros!!!!
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