Poker./EPDA A lo largo de sus decenas de años de historia, el póquer
ha sido clasificado como un juego de azar. Si bien la suerte tiene mucho que
decir en el resultado de una partida, no es el único factor que influye. De
hecho, los mejores jugadores de póquer pasan muchas horas perfeccionando su
estrategia, que a menudo incluye tener un buen conocimiento de estadística y
matemáticas.
¿Pero qué tiene más peso? En este artículo, intentaremos
encontrar una respuesta.
El poker, un deporte mental
Merece la pena empezar por un debate que ha envuelto el poker
en los últimos años: ¿debería considerarse un deporte mental? Aquellos a favor
de que así sea argumentan que el popular juego de cartas es equiparable al
ajedrez, que el Comité Olímpico International ya considera como un deporte
intelectual por su carácter competitivo. Aquí tenemos una primera similitud
entre los dos juegos de mesa e otros juegos mentales. Esta es una de las
principales razones por las que este juego es tan popular, porque no depende
sólo de la suerte y el crecimiento en el número de jugadores y operadores es un
testimonio del tamaño y el aumento de la demanda de jugar al poker.
Tanto el ajedrez como el póquer son, además, juegos de
estrategia. En ambos casos, los jugadores deberán intentar anticipar el próximo
movimiento de su oponente si quieren ganar. Esto requiere mucha concentración y
mucha práctica. Ciertamente, en el poker, hay algo más de misterio y de suerte,
pues el jugador no puede ver las cartas del rival, como sí ocurre con las
piezas del ajedrez.
La psicología en el poker
Cuando se dice que el póquer es un deporte mental no se
hace referencia solo a la parte intelectual del juego. La preparación mental
que un jugador de póquer debe hacer antes de una competición puede ser
equiparable a la de cualquier otro deportista, pues sus resultados también
pueden depender de eso. Todos ellos deben cuidar de su salud mental, saber
controlar los nervios y aprender a afrontar bien tanto las derrotas como las
victorias.
La psicología también juega otro papel importante en el
póquer. Entender cómo el ser humano suele expresar sus emociones a través del rostro puede ser clave para interpretar cómo se siente un rival durante una
partida y, por lo tanto, adivinar si tiene o no buenas cartas. Del mismo modo,
un jugador puede aprovechar ese conocimiento para intentar despistar a los
oponentes, haciéndoles creer que tienen una mano débil, cuando la realidad es
otra. En definitiva, ir de farol.
El factor suerte
Ahora bien, aunque el azar no lo es todo en una partida
de póquer, también juega su parte. En muchas competiciones, tu posición en la
mesa o incluso los rivales a los que te enfrentarás viene determinado por el
azar. La repartición de cartas también es cuestión de suerte, aunque esto no es
suficiente para perder o ganar una partida.
El factor suerte está especialmente presente en los jugadores principiantes. A medida que uno gana experiencia y va
perfeccionando su técnica, el factor suerte va disminuyendo en favor de la
estrategia. De esta forma, cuando un jugador experimentado se enfrenta a
oponentes más débiles, todo apunta a que ganará. En este caso, no es cuestión
de suerte; simplemente sabe jugar a póquer mejor.
Un juego de probabilidades
Dicho esto, el peso de la habilidad frente al azar sigue
siendo mayor. A la larga, dedicar tiempo a estudiar tanto estrategias como la
forma de jugar de los rivales beneficiará a quienes lo hagan. Practicar es
también clave para mejorar, y los mejores jugadores pasan horas y horas jugando
online para perfeccionar su juego.
Existen muchas modalidades de poker diferente, pero en todas ellas hay un
componente matemático. Dominarlo puede hacer decantar la balanza hacia un lado
y otro. Las mates pueden usarse en varios momentos de una partida, pero suele
ser habitual cuando un jugador necesita más cartas para completar una mano,
especialmente una escalera o una escalera de color.
Si dominas las matemáticas del póquer, sabrás determinar
cuándo es un buen momento para seguir jugando o si ha llegado el momento de
ceder y que sea el otro quien se lleve el bote. En estos casos, el jugador
tendrá que usar sus conocimientos de estadística para calcular las
posibilidades de que el rival pueda ganar.
Estas estadísticas funcionan de forma diferente según el
tipo de póquer al que juegues. Por ejemplo, en juegos en los que se eligen las
cinco mejores cartas de siete como el Texas Hold’em, la probabilidad de hacer
una escalera real es de 0,0032 %. En cambio, en juegos de manos de cinco
naipes, esa probabilidad desciende a 0,000154 %.
En definitiva, la suerte en el póquer puede ser
determinante a corto plazo y en jugadores poco experimentados que se enfrenten
a otros jugadores de su nivel. A medida que sube la experiencia, baja también
el impacto del azar en las partidas. Además, el factor suerte puede estar a tu
favor en un juego, pero eso no significa que vaya a alargarse en el tiempo. Es
más, lo más probable es que no se mantenga a largo plazo a menos que estudies
cómo funciona la estrategia en el póquer.
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