Álvaro GijónDesgraciadamente las encuestas se cumplieron y la extrema derecha italiana podrá formar gobierno al haber obtenido la mayoría suficiente para ello. Seguramente, si alguna persona europea nacida a principios del siglo XX leyera este artículo, se le haría difícil comprender como los italianos han votado masivamente a la coalición de extrema derecha para gobernar el país. Debe ser cierto el refrán que dice “El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”.
En este caso, no sé si el auge de los partidos ultra en Europa se debe a un desconocimiento de la historia, pero tal vez, para algunos ya han pasado suficientes años como para olvidar los efectos nefastos que tuvo el fascismo. Sinceramente, me gustaría tener una respuesta, pero la cuestión es compleja, sin embargo, de lo que si que estoy seguro es que la división de los partidos progresistas en Italia ha contribuido a ello.
Aunque en cada país de la Unión Europea los partidos de extrema derecha presentan unas características diferentes, el sofrito a través del cual construyen su discurso siempre es el mismo. Para ellos, la solución a los problemas se resuelve cerrando fronteras, imponiendo un único modelo de familia, controlando la educación, restringiendo derechos y libertades... En definitiva, creando sociedades cerradas donde impere el pensamiento único y se persiga al diferente por su ideología, su raza o su condición sexual.
Debemos tener bien claro que el fascismo del siglo XXI ya no levanta el brazo, viste de uniforme ni canta el cara al sol (o por lo menos en público), ahora se disfrazan de demócratas para imponer sus valores y creencias con la finalidad de hacernos a todos “personas de bien”.
Lo triste de todo esto es que Italia, la tercera economía del euro, se ha convertido en el tercer país de la Unión Europea en estar gobernado por ultras, después de Polonia y Hungría.
En nuestro país, después de las elecciones andaluzas, la extrema derecha anda un poco distraída. Al parecer están más preocupados de sus problemas internos que de aportar soluciones que alivien los problemas económicos de las familias. Y es que, cuando el debate político se centra en lo estrictamente económico,se pierden, no tienen soluciones ni respuestas.
Los radicales prefieren volver al pasado, abrir viejos debates identitarios para crear confrontación y así sacar tajada política del descontento social.
En fin, esperemos que lo sucedido en Italia no sea el prologo de lo que acontezca en nuestro país. En 2023 tendremos la oportunidad de demostrar que a la extrema derecha se la combate democráticamente y para ello es necesario que las personas progresistas acudamos masivamente a las urnas.
Las generaciones jóvenes no somos conscientes de que los derechos y libertades que tenemos actualmente han sido fruto de muchas luchas sociales. Muchas personas se han dejado la vida en el camino para que nosotros podamos tener una vida mejor que nuestros antepasados, no vayamos a caer en el error de echarlo todo por tierra votando a aquellos que, en pleno siglo XXI, todavía ven la sociedad en blanco y negro.
Pues eso, ¡cierra la puerta al fascismo!
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