Mª José ClementeComo si de un mal sueño se tratase, nos hemos adentrado de lleno y de forma involuntaria, en esta situación anómala de confinamiento y aislamiento. Situación que estoy convencida nos llevará a un escenario muy diferente del que dejamos hace algunas semanas, y al que nos será muy difícil volver en algún tiempo. Como también creo que todo lo que está pasando nos cambiará, que cambiará la forma de gestionar, de gobernar, que debería de cambiar a los políticos y en general a la sociedad.
También ha cambiado la forma de dibujar a los héroes, nunca nos hubiéramos pensado que los verdaderos héroes de nuestra sociedad lo forman los equipos de sanitarios, como tampoco nunca hubiésemos dado crédito a las voces que hubiesen vaticinado la fragilidad de todo el mundo financiero, económico y social al desatarse algo de un tamaño tan insignificante como un virus.
Nadie ha sabido ni ha sido capaz de adelantarse a este escenario de dolor, ni de articular unas estructuras que hubiesen minimizado esta brutal sacudida a todos los niveles.
Cuando desde la distancia repasemos lo vivido, no estaría mal que cada uno de nosotros reconociéramos nuestra parte de responsabilidad. Tal vez todos hayamos contribuido de alguna manera para llegar a esta situación, porque nadie egoístamente queremos renunciar a nada que suponga alejarse de la zona de confort en que vivimos.
Todo este dolor, este desgarre económico y social nos debería de llevar como poco a agarrar el futuro con las dos manos, con fuerza, a cambiar todo lo que esta crisis nos ha demostrado que estábamos haciendo mal o que podemos mejorar, y plantearnos el ordenamiento de la escala de valores arrancando siempre desde lo esencial, para que este confinamiento que nos está llevando a estar presos del desaliento y del miedo, no se vuelva a repetir. Ese desconcierto provocado por algo que nos ha superado, nos debería conducir a unas reflexiones con más carga de humanidad, de empatía y siempre poniendo el foco en lo primero, en las personas.
En estos momentos de máxima zozobra todos y siempre deberíamos aprender a valorar más lo público, a ser capaces de tener conciencia de estado, a dar la talla y estar a la altura más que nunca y, sobre todo, poner todo nuestro empeño para que la memoria no nos juegue una mala pasada, y aflorando su fragilidad, nos lleve a pasar más pronto que tarde un tupido velo a esta dolorosa lección de vida.
Mi gratitud como siempre a todos los colectivos que están trabajando, a los que se quedan en casa, mi recuerdo y fuerza a los que están pasando la enfermedad, algunos en la más absoluta soledad, también a los que han perdido a algún ser querido y añaden un proceso de duelo aún más doloroso.
Mi gratitud también a los voluntarios que nos prestan su ayuda, a las ayudas altruistas llegadas desde muy lejos en distancia pero no en corazón, a los trabajadores del ayuntamiento y a los compañeros, y así entre todos haber podido repartir esperanza, palabras de ánimo, información, medicamentos, alimentos, tareas escolares, a desinfectar los espacios públicos…
Mil gracias porque así entre todos la salida de esta situación la afrontamos con más garantías de éxito.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia