Campanario de Casinos. / EPDA Poder escribir momentos ocurridos hace cincuenta años, es una gracia, poder comentar anécdotas de aquella época es un privilegio, porque tenemos salud y seguimos vivos. Otros amigos, compañeros de la vida, que también vivieron esos momentos, nos dejaron, en plena juventud, pero los que hemos tenido la suerte de superar las pruebas de la vida, podemos contar algo de lo que pasó en 1970.
Hay fechas que se nos escapan, que son una nebulosa en el recuerdo, y otras que recordando el momento, no sabemos ponerle fecha. En ese año, en 1970 empezó el culto en el Nuevo Templo, pues se derribó la antigua iglesia a finales de 1969.
El 25 de mayo de 1967, se puso la Primera piedra, del Nuevo templo por D. Rafael González Moralejo, Obispo Auxiliar de Valencia, y a partir de ese momento, comenzaron las obras por la parte que da a la Calle Mayor, haciendo las tres primeras paredes de piedra que contemplamos en la actualidad. En la primera pared, quedó el hueco de la puerta, y el círculo de la vidriera donde hoy está la imagen de la Virgen de la Cueva Santa.
Los tres albañiles que elevaron esas robustas paredes de piedra fueron los hermanos Vicente y Saturnino Pons Constancio, con un fiel colaborador, Tarsilo Domingo Bartoll, los que piedra a piedra, día tras día, nos dejaron esas paredes históricas, que son el homenaje a las casas construidas en Casinos, con las fachadas de piedra. Estos albañiles, merecen que su trabajo, sea tratado en crónica aparte, pues no solo hay que hablar de las paredes, hay que constatar también, el volumen de la obra, que estaban realizando.
Casinos se quedó sin campanario. El proyecto hablaba de un alto campanario nuevo, con campanas eléctricas, pero lo cierto es que nos quedamos sin campanas ni campanario. Por tanto se habilitó con cuerdas y madera, un entramado para colgar la campana pequeña en un patio de luces que caía sobre la calle de san Francisco.
Se tocaban los tres toques para avisar de las actividades litúrgicas, pero ni se podían tocar los volteos, ni por supuesto el toque de difuntos en el que intervenían las tres campanas. Era un tocar de campana infantil. Casinos estuvo sin campanario hasta 1973.
El día que subieron las campanas al actual campanario, recuerdo que era lunes santo, día 16 de abril de 1973, esa tarde como casi todas, los albañiles de la obra, trabajan con un transistor que sonaba animando aquella plaza del pueblo, con cuatro árboles grandes, los bancos de hierro y madera y lospilones; entonces dieron la noticia de que en un accidente de tráfico ocurrido en Villarrubio, provincia de Cuenca, fallecía el cantante de Aielo de Malferit, Luis Manuel Ferri Llopis: Nino Bravo. Mientras las ondas de la radio, emitían aquellas notas musicales de “… al partir un beso y una flor, un te quiero, una caricia, un adiós, es ligero equipaje para tan largo viaje. ¡Lo que nos es querido siempre queda atrás!” Las campanas suspendidas en el aire, iban subiendo a lo más alto.
Desde el suelo junto al Párroco D. Ramón Ruiz, algunas personas, niños, contemplábamos la escena de como las campanas llegaban a su destino, mientras la música de aquel mito que tenía por nombre Nino Bravo, envolvía la tarde primaveral de Casinos. Las Campanas desde su nueva ubicación, se voltearon por primera vez la tarde del jueves santo de ese año.
El Casinos de 1970, el Casinos de la calle, de la plaza, de no tener campanario, de vivir sin apenas televisiones; el Casinos de la convivencia vecinal, de la fresca, de barrer y regar las calles... Hoy cincuenta años después, tenemos un Casinos moderno, envuelto de las últimas tecnologías, estos días sumidos en el confinamiento, volviendo a las largas llamadas telefónicas, y a otros reencuentros perdidos.
Estamos quemando el tiempo contemplando la televisión, con los “programas” que nos ilustran, con la violencia que se genera, los tv.realitys que nos conducen por esos maravillosos caminos de virtudes, alegrías y fiestas, en mi modesto pensar creo que los seductores protagonistas, viven ajenos a lo que pasa en el mundo; y no debemos olvidarnos de las películas y series dignas de no perdernos un solo capítulo.
Casinos… Nuestro mundo, el de ayer a hoy. El Diario del COVID-19 me lleva a reflexionar. Cada vez entiendo menos de alegrías, cada día siento taladrado mi ser por el dolor ajeno. Cada muerte ensombrece mi existir. Porque detrás de cada enfermo, al lado de cada muerte, hay una historia real, hay una familia desesperada, y hay una realidad que marca no el antes, sino el después, el adiós mudo.
En este momento, suena con fuerza la misma canción que se emitió cuando anunciaron la muerte de Nino Bravo, hoy recobra vida y actualidad: “Dejaré mi tierra por fin. Dejaré mis campos y me iré. Lejos de aquí. Cruzaré llorando el jardín, y con tus recuerdos partiré lejos de aquí.
De día viviré pensando en tus sonrisas. De noche las estrellas me acompañarán. Serás como una luz que alumbre mi camino, me voy pero te juro que mañana volveré: Al partir un beso y una flor… Más allá del mar habrá un lugar, donde el sol cada mañana brille más .Forjarán mi destino, las piedras del camino. ¡Lo que nos es querido, siempre queda atrás!”
Atrás queda el amor que jamás pudimos dar a aquellos que marcharon sin poderlos despedir; que nuestro silencio, sea el tributo de respeto que merecen los que dejaron sus campos y se fueron.
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