Juanvi Pérez. Nos adentramos en este otoño de la era-Covid viendo como poco a poco, a pesar de las muchas advertencias, el invierno (no solo el metereológico) se acerca inexorable. Haciendo buena la premonición de una serie de culto, el lema de una de sus Casas viene a simbolizar todos nuestros miedos (Winter is comming). Mucho hemos escrito advirtiendo de las amenazas que se ciernen sobre nosotros. Por eso no podemos desviarnos del rumbo fijado, porque la situación requiere una denuncia constante, firme y contundente ante al asalto institucional que se está perpetrando.
Burke ya nos advertía “para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada”. Vivimos inmersos en un momento de intensa polarización política. La teoría de la confrontación está siendo llevada hasta sus últimas consecuencias por los maestros del engaño, bajo el paraguas del totalitarismo ideológico. En esta crisis poliédrica donde lo sanitario está desbordado por la irresponsabilidad del gobierno, lo social desahuciado por las consecuencias de las políticas de “progreso” y lo económico de nuevo en el abismo por la incompetencia de la izquierda para gestionar, lo institucional no se queda atrás. Golpe a golpe, la estrategia social-comunista embiste cual ariete contra los mismos pilares de nuestra democracia.
Cada frase, movilización, coacción, pancarta, tergiversación, manipulación y difusión por sus eficaces altavoces mediáticos propagan un nuevo virus social que lo impregna todo. Pero ante este despliegue brutal, la inacción de quienes tienen la obligación de levantar la voz y denunciarlo es su principal aliado. De ahí la importancia de poder quitar la venda de los ojos a una sociedad anestesiada por la propaganda oficial. Gente normal que en su día a día solo necesita que las cosas funcionen y que sus vidas no se vean adulteradas por una falsa felicidad inoculada a base de ideología.
Si la razón de ser de la Política es que esos mismos ciudadanos, esa sociedad civil sean los verdaderos protagonistas, no podemos consentir que este gobierno frankenstein siga erigiéndose en su portavoz, viendo como se gestiona de espaldas a sus intereses para salvaguardar el cetro del poder de la nueva “casta”. Sánchez ha vendido su presidencia a cambio de deconstruir nuestra democracia. La separación de poderes se dinamita para erigir un nuevo César, exaltado por el populismo comunista de Podemos, por el populismo independentista de Cataluña, el populismo violento y filoetarra de Bildu y el nacional populismo vasco. Un cóctel explosivo que está demoliendo los pilares de convivencia, prosperidad y bienestar de los españoles.
Una performance para esta nueva realidad que nos quieren imponer desde la ingeniería social con la cobertura de una pandemia que les está dando mucho juego. No podemos quedarnos callados. Con el permiso de Tezanos, ese 40% de las últimas casillas del voto directo de su último CIS (un porcentaje que los sitúa como el primer partido en España) deben alzar la voz y su voto. Seguir callados e indiferentes nos llevara no solo a la deconstrucción de nuestra democracia, sino a su irreversible derrota. Al tiempo.
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