Pere Valenciano. ELVIRA FOLGUERÀEl capitalismo está aprovechando la pandemia mundial del coronavirus para mudar la piel, como serpiente que sigue adaptándose a las circunstancias y aprovechando cada crisis para crecer, crecer y crecer. El confinamiento domiciliario, primero, y todas las restricciones que volvemos a sufrir, impuestas por Gobiernos -con la excepción más que honrosas de los Ayuntamientos y Mancomunidades- incapaces de encontrar otra solución que suprimiendo derechos, reduciendo movilidad, cerrando cafeterías, bares y restaurantes y reduciendo los horarios del comercio de proximidad, así como los aforos permitidos, pidiendo a todo el mundo el autoconfinamiento, que nos quedemos en casa y sólo salgamos para lo imprescindible... Todo esto, aun estando más o menos justificado porque no se tomaron medidas adecuadas o efectivas cuando correspondía y porque el Estado de Derecho no ha actuado contra quienes vienen atentando desde marzo con total impunidad contra la salud pública, ya ha provocado y lo va a acentuar en las próximas semanas, el hundimiento de cientos de miles de comercios locales, los que dan vida a pueblos y ciudades, y los que generan riqueza en los entornos de proximidad.
El panorama de nuestros municipios va a sufrir un cambio radical cuando superemos esta pesadilla. Que en esta ocasión, con la aceleración de la vacunación y el confinamiento domiciliario de facto que volvemos a sufrir tras el fracaso de Gobiernos y sociedad, ahora sí en breve, en cuestión de semanas, iniciaremos un proceso de desescalada que nos llevará a una nueva normalidad. Ésta nos mostrará un panorama desolador. El mismo que se produce tras un tiempo prolongado de guerra. Algo parecido a haber soportado durante meses el bombardeo de un país enemigo. Los negocios no van a levantar cabeza. Nuestros barrios se despertarán sin muchas de sus cafeterías, ferreterías, quioscos, tiendas de muebles, restaurantes, tiendas de ropa... En estos largos meses de bombardeo viral, todas las decisiones de los Gobiernos en España y en el mundo, han contribuido por hundir a nuestro comercio local. Comercio que ha ido adaptándose a las peticiones sanitarias: aforos, limpieza, distancias,... Pero el bombardeo de noticias negativas, las peticiones de quedarse en casa, la restricción en los horarios -restaurantes que no podían servir cenas y comercio que ahora debe cerrar a las 18 horas-, todo esto hunde para siempre nuestras tiendas de barrio, las que dan vida a nuestros pueblos y ciudades, y hace una campaña publicitaria brutal y gratuita a las plataformas como Amazon o Aliexpress.
Cada negocio tradicional que echa el cierre es una mala noticia.
El virus ha beneficiado al capitalismo. A la versión más salvaje, globalizada y deshumanizadora del capitalismo. Y lo que es peor, la sociedad no tiene opción de reacción.
De ahí, la importancia de resiliencia, resistir unos meses para aprovechar el repunte de consumo, las ganas de salir y comprar, que previsiblemente se producirán cuando mejore la situación en unas semanas. Empatía y solidaridad. Pese a las restricciones, ahora más que nunca, compremos en nuestro entorno más próximo. Y muchísima responsabilidad. si todas las personas cumplimos a rajatablas las medidas, antes se levantarán las restricciones.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia