Juan Pedro Burgos. /ELVIRA FOLGUERÀ La Serranía, esta bella valenciana tan desconocida.
En España estamos atravesando una época en que los políticos de las élites de los partidos en general, con escasas honrosas excepciones, se dedican más a generar problemas que a resolverlos. En sus discursos se ocupan más en intentar ridiculizar, atacar, e incluso aniquilar a su contrincante que en trabajar para buscar puntos en común en pro del bien general. Sigue prevaleciendo el “y tú más”, sin darse cuenta que así degradan cada vez más no solo la mala imagen y sino también la opinión que tenemos los gobernados sobre nuestros dirigentes. Y perjudican seriamente a nuestras Instituciones que ahora ocupan. Muchos de ellos no tienen el nivel mínimo exigible para los altos cargos públicos que ostentan. Aunque todos son temporales. Nos están llevando a un problema social grave como es que se expanda la mala educación, el insulto, las acusaciones falsas, y la falta de concordia entre los ciudadanos. Seguramente cada afiliado y simpatizante de un partido concreto podrá encontrar variados ejemplos de ello en el partido contrario, y viceversa. Lo que no viene más que a confirmar que estamos sufriendo una mala época política.
Pero aquí y ahora, lo que nos ha de preocupar y ocupar es La Serranía. Nuestra comarca, como zona de interior montañosa y vaciada, también tiene singularidades en la política. Comenzando porque la inmensa mayoría de los cargos públicos son amateur, no tienen un salario, no le deben su sustento y el de su familia al aparato del partido, sino a su profesión fuera de la política. Siempre se ha de hacer prevalecer la propia dignidad a los intereses pasajeros del aparato del partido. En demasiadas ocasiones, más que un cargo es una carga. Otra peculiaridad es que nos conocemos todos, incluso se da muchas veces que existe amistad entre alcaldes y concejales de partidos opuestos, e incluso lazos familiares. La Serranía dado su histórico atraso en muchos campos, precisa del talento y del trabajo de todos, estén en el partido que estén. Hay que aprovechar a todos los buenos. Y ya es meritorio y sintomático el querer mejorar nuestro pueblo y por ende nuestra comarca formando parte de una lista electoral y pertenecer a un partido político.
No debemos dejar, en ningún caso, que hayan palabras de odio entre nosotros. Ni que se propaguen noticias falsas. Ni que menospreciemos a las personas del partido rival. Ni ataques personales. Sí discusión de ideas, y sí diálogos en todas las propuestas. Tenemos que seguir manteniendo nuestra ancestral costumbre serrana de buena convivencia y ayuda entre los vecinos. Son vecinos antes que alcaldes y concejales, y un día dejaran de ser alcaldes y concejales pero no de ser vecinos.
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