Gráfica de la evolución del número de sucursales de CaixaBank en la Comunitat Valenciana. A. GAUSACH
Una antigua oficina de la histórica Caja de Ahorros de Valencia en la calle Xàtiva de la capital. P. T. El sistema financiero valenciano desapareció con la caída del Banco de Valencia -comprado por 1 euro por el catalán Caixabank- y la desaparición de la CAM y de Bankia, la primera adquirida por otro catalán, el Banco Sabadell, por un euro, y la segunda también por Caixabank. Más allá de pequeñas iniciativas como Caixa Ontinyent y Caixa Popular, la tradicional y pujante banca valenciana pasó a manos catalanas. El Periódico de Aquí inicia una serie de reportajes con el epígrafe ‘El fin de la banca valenciana’, que deben servir para la reflexión de una sociedad, la valenciana, que ha perdido su personalidad financiera en manos de Cataluña.
Con esta política Caixabank ganó más de 2.000 millones de euros hasta junio de 2023.
En esta ocasión, el análisis se centra en Caixabank, una entidad que ha pasado de contar con 479 oficinas en diciembre de 2021 a 345 en diciembre de 2022, según datos facilitados a este rotativo por la propia compañía, una cifra que se ha quedado en 330 en el 2023, según ha podido comprobar El Periódico de Aquí. Una pérdida de servicio a sus clientes, especialmente a las personas mayores, que tienen cada vez menos oficinas para solucionar cualquier problema vinculado con su cuenta corriente, de ahorros, inversión o el cobro de la pensión. Y si esto ya comienza a sentirse en ciudades medias y grandes -sólo en la capital valenciana, Caixabank ha abandonado oficinas históricas de Bankia o Banco de Valencia como el barrio de Ruzafa-, en las localidades más pequeñas se ha convertido en un verdadero drama. En muchos de estos municipios, especialmente en los que menos de 1.000 habitantes, se da la circunstancia de que no hay ninguna entidad bancaria, lo que supone un handicap y contribuye a la despoblación de comarcas de interior, como La Serranía, el Rincón de Ademuz, la Hoya de Buñol-Chiva, el Valle de Ayora-Cofrentes o la Canal de Navarrés, por poner sólo ejemplos de comarcas de la provincia de Valencia. Es cierto que la entidad saca pecho y ha destacado su ‘‘fuerte presencia física’’ de su red de oficinas con presencia en 215 poblaciones de las 542 que hay en la Comunitat Valenciana, lo que supone un 39’66%. En el lado positivo, destaca que en 30 localidades es la única entidad y, de momento, apuesta por no abandonar los municipios donde no haya otra sucursal bancaria, según declaraciones de la entidad.
CaixaBank absorbió a Bankia, que previamente había sido la histórica Bancaja y ésta a su vez una unión de distintas Cajas de Ahorro. Esto supuso un severo reajuste en la Comunitat Valenciana, que en un primera fase afectaba a 107 oficinas de la provincia de Valencia, 34 en la de Alicante y 15 en la de Castelló. La integración en muchas de las sucursales será en las conocidas como ‘Oficinas Stores’, pensadas según las necesidades de los clientes. Una cifra de cierres que en España ha rozado las 1.000 oficinas, siendo Madrid la más afectada. No en vano, en esta Comunidad estaba la otra gran pata de Bankia, CajaMadrid.
Lo bueno entre lo malo
Aunque CaixaBank ha ido comprando bancos valencianos para después ajustar el modelo reduciendo plantilla y sucursales, la entidad catalana ha asegurado que en 2022 destinó un total de 1.635 millones de euros con el objetivo de financiar a los clientes particulares en la Comunitat Valenciana, destacando el crecimiento del 63% respecto al año anterior. Así, en préstamos hipotecarios se dedicaron 1.148 millones de euros -cifras que han comenzado a restringirse como consecuencia del incremento sostenido de los precios de las viviendas y los aumentos de los tipos de interés variable como consecuencia de las políticas restrictivas del Banco Central Europeo para combatir la inflación. Respecto al otro gran grupo de financiación a clientes privados, la financiación al consumo fue de 487 millones de euros prestados.
Con el repliegue de Caixa Bank en la Comunitat Valenciana, queda en evidencia la importancia de contar con una entidad financiera 100% valenciana. No es el caso de CaixaBank, pese a contar con la sede de Fundación Bancaja en la capital valenciana y el domicilio social en la calle Pintor Sorolla de Valencia tras el intento separatista en Cataluña, el ADN de CaixaBank es catalán y las decisiones estratégicas no tienen corazón valenciano.
El alma se vendió al diablo catalán y muchos son los culpables, principalmente políticos, pero no exclusivamente. Los desmanes en la época de la construcción salvaje en la Comunitat Valenciana, la fusión con CajaMadrid por cuestiones políticos, en lugar de haber promovido una gran caja valenciana junto a la CAM, el pasotismo de la sociedad valenciana y, en particular, de los poderes económicos de la ‘terreta’, están en el origen de lo que ha venido después. Un despropósito como pueblo, que pierde todo el poder financiero, y para el pueblo, que ha visto como el servicio que ofrece ahora CaixaBank es peor, con muchas menos oficinas en la Comunitat Valenciana.
Un poco de historia
Los orígenes del Grupo Bancaja se remontan a 1878, cuando la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Valencia funda la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Valencia. Fue el germen de lo que sería luego Bancaja, aquella que patrocinaba los partidos de fútbol en Canal 9, ¿os acordáis? ‘‘Partits oferits per Bancaixa’’. Un dineral gastado en promoción para nada.
En 1940 se absorbió la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Alzira, capital de La Ribera Alta, un año después la de Vila-real, en la provincia de Castelló, en 1942 la de Alberic, también en La Ribera Alta, en 1943 la de Xàtiva, capital de La Costera, y en 1945 la de Gandia, capital de La Safor.
Qué tiempos aquellos. Pero vendrían todavía más integraciones, como las de 1989 y 1991, cuando se unieron la Caja de Ahorros y Monte Piedad de Segorbe y la de Castellón. En ese momento, se bautizó como Caja de Ahorros de Valencia, Castellón y Alicante, Bancaja. Una vez constituida Bancaja, o Bancaixa en valenciano, se sumaron la Caja de Sagunto, capital del Camp de Morvedre, una parte del capital social del Banco de Valencia y la Caja de Ahorros y Préstamos de Carlet (La Ribera Alta).
Olivas y Rato
Las desgracias para los valencianos han venido siempre desde Almansa, Madrid y Cataluña, aunque el peor enemigo siempre lo hemos tenido en casa. Aquí se permitieron y perdonaron los desmanes que motivaron todos los errores hasta la fusión entre CajaMadrid y Bancaja, anunciada en el año 2010. Rodrigo Rato y José Luis Olivas, dos condenados por los desmanes cometidos, ocuparon la presidencia y vicepresidencia de la entidad resultante, Bankia, bendecida por todos los poderes fácticos de la Comunitat Valenciana y España y aplaudida como ‘la mayor caja de ahorros de España por volumen de activos’. En realidad, un bluf que acabó en manos catalanas a precio de saldo.
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