La Asociación Valenciana de Agricultores denuncia la crisis del sector y exige soluciones urgentes.Archivo/EFE/ Juan Carlos Cárdenas
La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) cifra en más de 400 millones de euros las pérdidas directas e indirectas que ha sufrido el sector agrario de la Comunitat Valenciana durante los diez primeros años del veto ruso.
Los cítricos, los caquis, las frutas de hueso y las hortalizas han sido las producciones valencianas más afectadas por el cierre del que era, en agosto de 2014, el primer mercado extracomunitario, ha señalado la organización agraria en un comunicado.
En concreto, ha destacado que las pérdidas económicas en estos 10 años ascienden a 240 millones en el caso de los cítricos; 110 millones en los caquis; los 25 millones en las frutas de hueso; 15 millones en hortalizas y 10 millones en la ganadería.
"Con las exportaciones al alza, perder de la noche a la mañana 200 millones de consumidores fue un palo tremendo para el sector hortofrutícola y todavía a día de hoy seguimos padeciendo las consecuencias", ha denunciado el presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado.
La organización agraria ha criticado a la Unión Europea (UE) por no haber aportado desde el veto ruso suficientes medidas de apoyo hacia los productos perjudicados por un problema ajeno al sector primario.
Por un lado, ha lamentado que Bruselas no destinara "unas compensaciones económicas que permitieran paliar las pérdidas ocasionadas, pues apenas cubrieron el 40 % de los costes de producción e, incluso, dejaron fuera a cultivos como el melón, la sandía, la berenjena, la lechuga o el caqui (este último acabó incluyéndose en el reglamento comunitario tras las quejas de AVA)".
Por otro lado, la asociación ha denunciado que la UE tampoco ha abierto desde 2014 otros mercados alternativos que puedan absorber las 230.000 toneladas anuales de frutas y hortalizas que España enviaba a Rusia.
Aguado ha desatado que los problemas de comercialización se agudizaron en toda Europa porque la parte que se dejó de remitir a Rusia, mayoritariamente de segunda calidad, acabó congestionando los mercados comunitarios y reduciendo los precios en origen.
Además, durante este tiempo Rusia ha ido fortaleciendo su propio sector agrario y países terceros competidores de la agricultura valenciana (como Egipto, Turquía y Marruecos) la han sustituido de manera que será muy difícil recuperar dicho mercado en el futuro.
Cítricos y caquis, los más castigados
Los cítricos son el cultivo de la Comunitat Valenciana más castigado por el veto ruso durante estos primeros diez años en vigor, en los que han acumulado pérdidas de 240 millones.
El sector citrícola valenciano y español ha ido sufriendo un descenso de la demanda en los mercados internacionales, mientras países terceros que pueden llevar sus cítricos a Rusia han aumentado sus plantaciones y también han aprovechado los acuerdos comerciales con la UE para ganar cuota de mercado en Europa, según AVA.
El caqui es otra producción valenciana especialmente perjudicada por el cierre del mercado ruso, al acumular 110 millones de pérdidas.
Hasta 2014 esta alternativa de cultivo mantuvo una rentabilidad sólida, pero a raíz del bloqueo comercial, las cotizaciones a pie de campo se hundieron más del 40 %, hasta tal punto que se situaron por debajo de los costes de producción.
Esta falta de rentabilidad ya ha provocado que la superficie dedicada al caqui haya dejado de crecer en los últimos años para iniciar un retroceso.
La gran mayoría de las frutas de hueso y las hortalizas producidas en el campo valenciano también encontraron saturaciones puntuales de oferta en los mercados mayoristas europeos ante la prohibición rusa, mientras que la ganadería valenciana ha padecido 10 millones de pérdidas.
AVA ha indicado que el exceso de oferta de carne de cerdo en el mercado europeo, al no poder exportar a Rusia, no sólo ocasionó el brusco hundimiento de los precios, sino que además desató ataques de ganaderos franceses contra camiones que transportaban porcino español y de otras procedencias.
El sector pudo reconducir sus exportaciones a China, donde ha conseguido una cierta estabilidad en términos de rentabilidad, aunque actualmente existe preocupación por la investigación que ha abierto Pekín como respuesta a los aranceles impuestos por la UE en el sector automovilístico.
"Espero que no estemos ante otra guerra arancelaria en la que siempre sale perdiendo el sector agrario europeo. Bruselas no puede seguir sacrificado a sus agricultores y ganaderos, porque pone en peligro un motor clave en la economía rural, la autosuficiencia alimentaria y la preservación del territorio", ha asegurado Aguado.
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