Sergio López, CEO de www.vivendea.com Llevamos 6 años escuchando al comprador de vivienda y existe una
necesidad que, desde nuestro origen queremos escuchar, o
como dicen los gurús de los datos, captar. Se trata de la necesidad de adaptar la vivienda a
una diversidad funcional específica.
En materia de vivienda, siempre que pensamos en una vivienda adaptada,
pensamos en diversidades funcionales motoras, pensamos en sillas de ruedas, en
pasillos y puertas de mayores dimensiones y en aseos con sanitarios adaptados.
Incluso la propia normativa va por ahí.
En el último estudio de demanda que estamos realizando, un 6% de los
usuarios nos han comunicado que tiene algún tipo de diversidad y que necesitarían
que fuera atendida en la ejecución de su futura vivienda. Un 6% que difícilmente
se siente escuchado porque, al ser una vivienda muy específica y no estar
obligado por ley, un promotor rara vez la incluirá en su proyecto de renta
libre. Otra cosa es en régimen de protección
pública, donde la ley obliga a una reserva del 3% (o el 4%, según se
quiera leer la ley) de viviendas adaptadas. Pero de viviendas adaptadas a una
diversidad funcional motora.
Pero diversidades funcionales hay muchas, y cada una de ellas tiene
una necesidad habitacional distinta, una necesidad propia que hay que tratar
con plena empatía. No es lo mismo una diversidad funcional, que una visual o
una cognitiva. En algunas hablamos de espacios, de dimensiones, en otras de
equipamientos, en otras de instalaciones.
Y la mejora manera de materializar esa vivienda es escuchar sus
peculiaridades en fase de proyecto, ya que es el equipo de arquitectura el que
tiene que saber, desde su folio en blanco, las necesidades que tiene que cubrir
su futuro proyecto. Y se puede escuchar.
Incluso se puede hacer rentable la venta de esa vivienda, porque, al
fin y al cabo, en fríos términos económicos, será una venta más en la promoción. Un ingreso más que, deducidos
los gastos, arrojará un beneficio. Pero no habrá mayor beneficio que el saber
que estamos dando un hogar adaptado a las necesidades de una persona o familia
que, sí o sí, lo
necesita. No es una terraza chula donde tener un atardecer de foto para
compartir en las redes sociales, no es una cocina con isla donde cocinar con
los amigos, no es una instalación de domótica que nos permita conectar la calefacción antes
de llegar a casa. Es algo más importante, es facilitar una forma diferente de
vivir.
Hace poco tuve que “desendulzar” mi hogar e incorporar otros sistemas que antes no
tenía. Nada grave, mi vida “espacialmente” es prácticamente igual, pero mi
vivienda, que no estaba pensada para otra cosa que para ser vendida, tiene
ciertas carencias que tendrían fácil solución de haberlas conocido en la fase de
proyecto y diseño.
Hoy en día, gracias a la digitalización, es posible escuchar a las
personas que tienen alguna necesidad especial para su vivienda. Escuchar para
poder materializar esa necesidad en el futuro hogar. Más
allá, incluso, que las exigencias normativas.
Así que,
querido lector, querida lectora, espero que tengan unas “dulces” fiestas
y un gran 2022, donde no sólo pasemos página de lo sucedido en estos dos últimos años, si no
donde consigamos, por fin, que todas las personas puedan acceder a una vivienda
adaptada a sus necesidades, no solo a sus caprichos.
Es momento de que no se adapte únicamente una de las partes.
Es momento de que nos adaptemos todos.
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