Juanvi Pérez. / EPDA El vigésimo primer año del tercer milenio, el año 2 de la
era COVID ha entrado con fuerza. Con los cimientos de nuestra sociedad sacudidos
por los efectos de una pandemia desbocada, el gobierno sigue ausente de su mayor
responsabilidad, gestionar la cogobernanza su “arma secreta” para atajar la
crisis entre todos. Incompetencia o irresponsabilidad que solo genera incertidumbres
e inseguridad jurídica, abandonando a su suerte a las Autonomías y Ayuntamientos.
Instalados en la gestión de la propaganda gubernamental, se han lavado las
manos en la gestión de la pandemia, esperando a que escampe. Una
instrumentalización indecente ,obviando la cruda realidad que vivimos.
Un escenario dantesco del que solo podemos salvar la llegada
de las ansiadas vacunas y el nuevo Plan Marshall europeo para afrontar los
efectos de la crisis. Dos inyecciones de esperanza que ponen en valor una
solidaridad global que ha resultado imprescindible, uniendo ingentes esfuerzos públicos
y privados, políticos y científicos, por encima de fronteras y gobiernos.
Lamentablemente ese halo de esperanza se ve nublado en nuestro país por la
manipulación torticera del gobierno, no solo por la falta de una efectiva y
eficiente cogobernanza de un plan nacional de vacunación (solo hay que ver el
ejemplo israelí) sino por la discrecionalidad que Sánchez va a ejercer para el
“reparto” de esos fondos, haciendo caso omiso a las recomendaciones de la UE.
Con el Parlamento secuestrado, la sociedad bloqueada y
exhausta física y psicológicamente, el BOE de final de año ponía blanco sobre
negro esa hoja de ruta monclovita. La maquinaria de propaganda rinde a pleno
rendimiento, permitiendo a Sánchez marcar el rumbo que a él le conviene.
Mientras, utiliza a sus aliados liderados por su Vicepresidente como arietes
para seguir insistiendo en sus cleavages. Una efectiva estrategia
político-electoral que cala en el subconsciente colectivo, generando una
incomprensible apatía en una sociedad que en otras circunstancias y con otros
gobiernos hubiera estallado ante tanta incompetencia, irresponsabilidad y
manipulación.
Esta nueva casta exponente de la Nueva Política, ha venido a
subvertir nuestro marco de convivencia, generando una sociedad subsidiada y
sometida a los potentes aparatos ideológicos que el Estado controla, como bien
describía Althusser: la Religión, el Sistema Educativo, la Familia, la Justicia,
la Política, el Mundo Laboral, los Medios de Comunicación y la Cultura. Estamos
asistiendo al proceso de deconstrucción progresiva que están sufriendo todos
ellos, con beneficiosos resultados para el nuevo César. Una calculada maniobra
de distracción ideológica que evita acometer las tan necesarias reformas que
nuestra sociedad necesita. Las mismas que Europa nos reclama para poder atajar
el descuadre histórico de nuestras cuentas públicas. Deuda, paro y gasto público
disparados pese a las advertencias. Un escenario crítico para una sociedad que
sigue empobreciéndose al tiempo que envejece, abocando a nuestros jóvenes a una
deriva peligrosa que lastra su futuro y el de todos.
Polarización, doble moral, desmemoria histórica, irreflexión,
vulgarización, esclavitud intelectual de una masa social secuestrada por los
nuevos populismos. La nueva religión que sacude la cultura del esfuerzo, la
tolerancia, la confianza, el perdón y la resiliencia, virtudes cotidianas que
Ignatieff nos descubría y que deberíamos recuperar para forjar una nueva
argamasa social y cosmopolita. Empieza este AnnoDomini con toda la escenografía
progresista mundial pendiente del cambio en la presidencia de la primera
democracia del mundo. Mucho de lo que venga por delante dependerá de esa nueva
Administración, pero aquí, en España, tenemos nuestros deberes por hacer.
Necesitamos un reseteo democrático para seguir avanzando en medio de tanta
adversidad. Un reseteo que nos ayude a romper las cadenas de la nueva censura
de las redes sociales, altavoces del totalitarismo ideológico populista. Un reseteo
para articular fórmulas colaborativas que nos permitan despertar de este mal
sueño. Un reseteo para inmunizarnos de todos los virus, con una buena inyección
de virtudes cívicas.
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