Perder una alcaldía supone siempre un dolor. Perder esa misma alcaldía ganando las elecciones y habiendo obtenido para tu partido el mejor resultado en veinte años o más supone un doble dolor. Y el dolor llega a triplicarse cuando el partido que te sucede, con tal de acceder al poder, pacta con la misma ultraderecha que el resto de Europa señala y arrincona.
Así lo asumo y lo narro, sin artificios ni imposturas, con la serenidad de quien se esforzó por impedirlo, de quien entregó todo su tiempo y capacidades al pueblo que servía como alcalde.
Tras un año largo de gobierno de coalición PP-VOX, en Xirivella constatamos una parálisis general y una inoperancia preocupante. La actual alcaldesa regaló promesas y compromisos como quien regala golosinas de dos céntimos a los niños.
Por supuesto que disponía de la llave mágica para mejorar el transporte o la sanidad pública; claro que la seguridad ciudadana aumentaría desde el minuto uno; dé usted por hecho que la limpieza viaria y la accesibilidad cambiarán en el momento en que yo me siente en la Alcaldía… Bla, bla, bla. Ni una sola promesa cumplida y la calidad de los servicios en franco retroceso.
Un año después el gobierno PP-VOX de Xirivella sólo puede exhibir como grandes logros los proyectos gestionados y presupuestados por el ejecutivo anterior -el que yo presidí como alcalde- cuya ejecución se ha materializado en la presente legislatura.
Basta, para saber más al respecto, con visitar los perfiles municipales: las mejores obras llevan el sello del PSPV-PSOE pero cuentan con la foto de la actual alcaldesa, siempre ávida y predispuesta a atribuirse el trabajo ajeno sin ningún reparo. Sinceramente, no deja de ser un mal menor que te usurpen el esfuerzo si revierte en la ciudadanía.
Después de romper en los gobiernos autonómicos, subsiste un pacto anti natura a nivel municipal entre la derecha tradicional y la derecha más ultra. Por un momento concebí la esperanza de trasladar esa ruptura a mi pueblo. Me equivoqué; puede más el gozo de ostentar el poder que la lógica democrática.
El Partido Socialista de Xirivella ganó, como he dicho, las últimas elecciones municipales. Ganó también las últimas generales y europeas. Nuestra vocación de futuro es seguir ganando para impedir gobiernos inoperantes y espacios en blanco. Se llama democracia, se llama compromiso con tu gente.