El peor mes desde su puesta en funcionamiento. À Punt toca fondo con una audiencia media del 2% en mayo: la televisión valenciana es la autonómica menos vista en España, por detrás incluso de la segunda cadena vasca. Se hunde tras el oasis del mes de marzo, gracias al tirón de las Fallas y las 'mascletaes' y con excepciones como sus informativos del mediodÃa o alguna retransmisión festiva o cultural. Con una parrilla que no conecta con la sociedad valenciana y un nombre que no es fácilmente identificable, a diferencia del 9 de Canal 9, À Punt se ha convertido en la radiotelevisión público con peor imagen y respaldo de toda España, superada incluso por la ETB1, el 'segundo' canal público vasco que emite sólo en euskera y que ha logrado un 2'4% el mes pasado, cuatro décimas más que la valenciana.
La catalana TV3 sigue en cabeza y aprovecha las elecciones autonómicas para impulsarse un poco más, con un 15'1% de share. Le sigue Aragón TV, con un 11'4%; ETB2, la vasca que emite en castellano, con un 8'9%; la andaluza Canal Sur, con un 7'6%; la gallega TVG, con un 7'6%; Castilla-La Mancha Media le sigue con un 6%; TeleMadrid sigue poco a poco arañando décimas y ya alcanza el 4'9%; TV Canaria logra el 4'8%; la balear IB3, un 4'5%; Televisión del Principado de Asturias llega al 4'2%; Extremadura TV, el 3'9%; la murciana La7TV se resiente sin fiestas populares y se queda con un 3'3% y ETB1... Todas ella superan a À Punt, un intento fallido de resucitar a Canal 9, con la prohibición expresa de su primera directora de nombrar ni emitir nada que recordara a la antigua RTVV.
Una parrilla sectaria inicialmente y ahora sin gracia -sólo tienen tirón los informativos, los espacios festivos y un clásico de Canal 9 como 'L'Alqueria Blanca'-, una pésima puesta en marcha y las cuitas polÃticas, han hecho que À Punt sea un absoluto fracaso. El Botà nic la creó con un concurso público amañado para elegir a la directora general y al siguiente director general, próximos a CompromÃs y PSOE, respectivamente; con una plantilla mayoritariamente de la extinta Canal 9 y pocas caras nuevas; con programas producidos en otros estudios, en lugar de aprovechar los históricos de la sede de Burjassot; un nombre sin pies ni cabeza; y una programación que, salvo honrosas excepciones, no sabe conectar con la sociedad valenciana. En este contexto, está por ver qué hacen los nuevos gestores públicos del Parlamento valenciano, si enderezan un barco sin capitán y sin rumbo... o si de Guatemala se va a 'Guatepeor'.