Hace unos días tuve una conversación con una persona en la que me reconocía que todos los políticos no son iguales, unos buscan su interés y otros los de la ciudadanía. En un principio me alegré porque vi que se reconocía la labor de la mayoría de los políticos de este país, aquellos que tienen sus trabajos separados de la política y después dedican su tiempo libre o se lo quitan a sus familias para dedicárselo a los demás. Lamentablemente no es una opinión generalizada.
Cuando pensamos en un político pensamos en una persona con traje y corbata en una tribuna cobrando mucho dinero por hablar mucho y por hacer poco pero la realidad es que la mayoría de los políticos de este país son personas que van muchas veces al Ayuntamiento con la ropa de trabajo y no cobran nada o muy poco por sus servicios a la comunidad. Esta última debería ser la imagen que deberíamos tener de nuestros políticos y la que deberíamos potenciar a diferencia de la que se ve en los medios de comunicación en la que casi siempre nos encontramos con enfrentamientos, crispación y alguno que otro que se ha llenado los bolsillos con dinero que no le pertenecía. Sólo potenciando a los primeros podremos algún día poner en valor y respetar como se merece el hecho de hacer política, aunque suene a utopía.
Muchas veces se ha dicho que los políticos de nuestro país hacen política desde su despacho y es verdad que a más de uno le vendría bien haber sido concejal o alcalde de algún ayuntamiento pequeño para vivir la cruda realidad de enfrentarse directamente a los vecinos, cara a cara, sin horarios y muchas veces sin beneficio. Al respecto añado que me gustaría también una ciudadanía mejor conocedora de estos políticos a pie de calle, de esta forma quizás y sólo quizás, llegue el día en que se aprecie verdaderamente el hecho de hacer política.