¿Cómo fue tu primer contacto con la música? ¿Qué sentiste?
El primer contacto con las cosas que te llaman tanto la atención como puede ser una música, la pintura, un deporte... Ese tipo de cosas que cuando somos pequeños creemos que va a ser una afición, pero que en realidad nuestra profesión será otra. Tengo la sensación de que cuando a los 12 años los Reyes Magos me trajeron una guitarra, ya sentenciaron mi futuro porque la estaba pidiendo desde hacía ya unos años y agarré a manos llenas la idea de tener un instrumento porque me encantaba cantar. Cuando cantas quieres acompañarte por unas armonías. Lo mejor siempre es tener cerca un piano o una guitarra. Y a mí me cayó una guitarra, que era lo más fácil en aquella época y a partir de ahí, ya no pude dejar de enamorarme del magnetismo que tiene la música para mí y poder escribir historias.
¿En qué momento la música deja de ser un hobby para dedicarte a ella profesionalmente?
Estaba estudiando en Madrid, aunque soy de ascendencia gaditana, pero mi vida la he pasado en la capital y en los alrededores. Me atreví cuando tenía unos 21-22 años, junto con unos amigos músicos y empecé a tocar en los garitos. Cuando hacía eso todavía no sabía si era a lo que me tenía que dedicar, sino que yo estaba estudiando artes aplicadas en la especialidad de escultura y estaba haciendo esculturas en madera. Estaba estudiando artes plásticas, que también me fascinaba, aunque nunca me he dedicado a ello profesionalmente, soy artista plástica, claro. Cuando estuve por esos garitos de Madrid importantes, el Clamores, el Café Central, la Melusina, etc., había un montón de sitios donde se hacía música en directo y me atreví a subir, muy nerviosa siempre y muy inexperta, a cantar un repertorio de jazz en castellano.
También hacía maquetas con un amigo que era músico profesional y le grababa para que él pudiera presentar a otros artistas maquetas cantadas por mí. Me comentó que junto con otros compañeros suyos hicieron la gira de Tino Casal en directo y justo estaban montando un grupo llamado 'La década prodigiosa' y estaban buscando a una cantante. Hasta el momento solo sacaron un disco y tiraban para adelante con voces de gente profesional y necesitaban esa voz para cantar en directo. Me llamaron como voz de refuerzo y fui para allá sin hacer casting. Fue un poco surrealista todo. Estuve ocho años, hasta 1994. En el grupo pude aprender, tener muchas tablas e hicimos 900 conciertos. En aquella época vendimos cerca de dos millones de discos físicos, con lo difícil que era el mercado en España. En el 85 empiezo a creer un poquito más en mi faceta de cantante y compositora profesional. Para que un artista crea que lo que va a ofrecer tiene el voltaje suficiente para que merezca la pena, tiene que mirar hacia sí mismo y saber si lo que está aportando pasa el control de calidad. Está bien que un artista sea reflexivo y empiece a decidir que puede aportar algo y, sobre todo, lo más bonito es comunicarte con la gente y que la gente devuelva esa misma energía que tú les has dado. Eso es lo más mágico que hay de actuar en directo.
¿Recuerdas algún momento específico que te marcara: ¿algún curso de formación, actuación en público o casting?
Casting no. Me ha marcado mucho cuando ya era compositora y me fui del grupo, me dejó situada en un lugar en el que la autoestima la necesitaba afianzar porque me había marchado y necesitaba saber si lo que estaba componiendo tenía la importancia y si sentía que estaba aportando algo al arte. Compuse una canción que la mandamos a Nueva York en un concurso de composición a nivel internacional. El jurado era muy prestigioso, la canción se titulaba "Pruébalo y verás" y gané un primer premio. Ese galardón para mí ha sido casi más impactante que ir a Eurovisión, aunque mucha gente no lo pueda entender. Cuando gané el John Lennon Songwriting Contest de Nueva York pensé que ya iba por buen camino. Nadie me conocía en Nueva York y eso hizo que no me retirara de la música. Ese fue el punto de inflexión. Los artistas siempre vivimos muchos altibajos emocionales, personales, financieros y de todo tipo. Siempre pensamos si merece la pena continuar, porque es un trabajo muy vocacional como el de los actores, escultores o pintores, siempre estamos en la cuerda floja de no saberlo. Es un trabajo psicológicamente duro porque siempre es incierto. Cuando en aquella época de gira realizamos 120 conciertos en un año es duro. No obstante, el artista no siempre está de gira, se reúne, empieza el disco, se mete en el estudio y eso es un trabajo precioso que tarda meses. Todo eso es un trabajo creativo en el que no puedes perder la ilusión.
¿Tienes algún ritual o rutina para cuando compones las canciones?
Suelo tener una sistemática, es decir, tú puedes hacer una música a la que le pones una historia y un texto, y puedes hacer un texto como una poesía a la que le pones luego una música. Este último ejemplo sería más o menos con el que suele trabajar gente como Joaquín Sabina, que tiene su poema y ahí le ponen luego una música. Lo que yo hago, es un poco más complicado. Hago que las canciones y las historias sean novias, que nazcan a la vez, que vayan creándose simultáneamente porque la música es emoción. Siempre lo he trabajado desde el 85 y me ha gustado mucho el resultado. Siempre me doy cuenta que la música, que es la que mueve las emociones de lo que estoy contando, tiene que nacer a la vez que la letra. No es un ritual, pero es un sistema que me parece interesante en el que bucear.
Además de cantar y componer tus propias canciones, también trabajas como vocal coach, actriz de doblaje cantado, compones para otros artistas... ¿Qué te gusta más?
Me estuve formando con otros profesores para poder tener más salud vocal y poder soportar bien los conciertos y no hacerme daño en los pliegues vocales. De ahí partió ser profesora de técnica vocal. En las series de televisión como La Casa de Papel, a veces los actores tienen que cantar, lo que yo hago es ser coach para que ellos puedan pasar el control de calidad. Es precioso porque hay veces que tienes que asistirles como a Inma Cuesta, en Águila Roja. Hay que ayudarles a todos, porque a ellos les han adjudicado por guion que tienen que cantar en una secuencia de un capítulo y eso hay que sacarlo adelante. Estoy muy contenta de poder hacer eso porque les veo las caras de ilusión al ver que lo han conseguido.
Todo está relacionado con el mundo de la composición y del canto, igual que hice un montón de coplas andaluzas mezcladas con flamenco y bulerías para una serie de Rocío Jurado y lo compuse yo. Lo que más me gusta es poder componer canciones para series o películas. No hablo de la música incidental, que es la que hay entre secuencias. Siempre pienso que la música no debe ser una hermana pequeña de nada, la música vale por sí misma, puede estar sola. Cuando un ballet quiere un arte como el del baile, que es maravilloso, quiere la música. Una película quiere música. Un banco donde vas a sacar dinero, ahí quieren poner música. Un supermercado quiere poner música. Todo el mundo quiere la música. La música es bastante protagonista de nuestras vidas, aunque no lo sepamos.
Cuéntame, ¿Qué supuso para tu carrera y para ti estar nominada a los Goya en 2014 y ganar uno años después en 2021?
Son cosas fortuitas. Realmente nunca te suelen premiar por los trabajos de los que estás más contento, no es lo normal. Esta pregunta me hace pensar que a veces le damos mucha importancia a los premios y no sé muy bien por qué. En mi caso, como no soy actriz profesional, te puedo decir que los Goya creo que están diseñados para que sea la noche de los actores, aunque premian muchos departamentos. Es la noche de los actores y yo entiendo que a ellos les emocione tanto recibir una estatuilla. Sirve para que ahora te lo pueda contar, pero no sirve mucho más. Lo importante es estar trabajando, componiendo y pudiendo continuar con tu carrera, que es lo complicado.
Hablando de tu nuevo álbum, ¿qué es lo que te impulsó a que fuera totalmente en solitario?
Esto era un desarrollo natural de lo que era yo, porque sí que es cierto que había aportado mi autoría en bastantes piezas del grupo, que, aunque era un grupo que hacía versiones de otros artistas, también hicieron temas originales. Eso ha hecho que siguiera componiendo y ha venido "Ley de vida" de una forma muy natural. Me gusta mucho cantar cosas muy energéticas, pero este álbum ha venido de otra manera, desde otra reflexión. Hay una canción un poco más chisposa que te lo puedes poner perfectamente en la playa, "Hoy te quiero a oscuras". Es un poquito más sexy porque está explicando qué puedes hacer si no tienes el sentido de la vista, qué otras cosas puedes hacer si te encuentras con alguien que te gusta y no tienes el sentido de la vista. La canción viaja por los otros cuatro sentidos y es la única un poquillo más sensual.
Son canciones muy gustosas de escuchar para un viaje, para pararte a escucharlas y algunas de ellas para bailarlas también. Aunque trabajo con mi guitarra y es con lo que armonizo todas mis canciones, cuando he hecho el álbum he buscado con todo mi cariño a una persona con la que llevo unos veintitantos años conociendo que es mi productor Freddy Marugán. Él ha sido importantísimo, es de esos productores que, con un respeto y una generosidad desconocida, agarra tus acordes y es capaz, como es súper sensible, buenísimo, él domina todo el mundo del guitarrero. Ha producido un disco precioso, muy gustoso y muy respetuoso hacia lo que yo le he mostrado. Ha respetado todas mis sugerencias armónicas y mi forma de cantarlo. Le doy muchísimo las gracias siempre y cada día.
También, hace tres meses que está disponible "El Grito Mudo del Mar", ¿qué mensaje principal has querido transmitir con esta canción?
Es importante decir que es una canción solidaria, en la que he volcado toda mi infancia gaditana de mar y océanos y todo lo que un humano sabe. Tenemos que preocuparnos especialmente por la salud de los océanos. Y una manera que un compositor o un cantante puede hacerlo es utilizar el poder transformador de la música para acercarse a las conciencias de la gente y que vean la importancia de la salud de los océanos y del problema con la contaminación. Por eso mi canción, "El grito mudo del mar", alberga la ilusión o la fantasía de pensar que, aunque una canción no puede hacer nada, la gente vuelva a reiniciar la preocupación por la salud de los océanos.
Por ejemplo, el vertido de fuel que hubo cerca de la Albufera de Valencia y que han intentado decir que era una cosa pequeña, no lo es. Nada es pequeño, porque a mí no me importa que ese día no se pueda ir a bañar a la playa. Lo que me importa es el impacto medioambiental que eso va a producir en los peces, en las profundidades, en todo lo que tiene que ver con el fondo marino. Solamente nos preocupamos cuando hay pérdidas de vidas humanas. La preocupación va más allá y hay que tener perspectiva. No me gustaría que le pasara a nadie cercano mío, ni estoy contenta con que los humanos sufran, pero estamos recibiendo nuestro merecido.
Tengo la impresión de que hemos entrado en un bucle acorchado, que nos hace sensibilizarnos un ratito, un día, un mes o una semana y luego nos olvidamos. Esto ya nos está pasando factura, la canción dice: "ni tú ni yo queremos escuchar el grito mudo del mar y él va a haber un momento en que no va a saber perdonar", porque nos lleva perdonando muchos cientos de años, pero va a haber un momento que no va a poder. Me gustaría que la gente pudiera asomarse a Spotify, YouTube o Instagram (@ceciliablancooficial) y que hagan muchas escuchas, porque estoy vinculada a 'Cinco Palabras' y a una fundación que se llama 'Philippe Cousteau', y ambas están acometiendo acciones para hacer mejoras en el mar.
Y ahora, ¿tienes algún proyecto en mente del que pueda comentarse algo?
Sí. A principios de agosto tengo la invitación de un fotógrafo internacional que se llama Domingo J. Casas, que ha hecho siempre fotografías en directo a los Rolling Stones y a tantos rockeros y no rockeros del panorama internacional y nacional. Me llamó para decirme que yo podía colaborar cantando una canción de David Bowie en San Pedro del Pinatar donde hay una exposición de muchos fotógrafos que han hecho fotos a Bowie. Me pasaré por allí y cantaré una canción junto con la banda. Eso es lo más pronto que tengo, pero ahora estoy encerrada en el estudio con Freddy Marugán y estamos abordando la grabación de un single nuevo que voy a sacar en otoño.
Y, por último, ¿algún sueño que tengas pendiente?
Siempre asocio los sueños con las expectativas. Soy una persona que suele vivir el presente con bastante intensidad, sí es verdad que me pongo objetivos más o menos cercanos, en un futurible, pero de corto a medio plazo. Todos los humanos lo hacemos. Normalmente tengo las expectativas muy cercanas. Por eso, a nivel profesional mi sueño es el single que estoy pendiente de hacer para otoño. Y el siguiente es que ya en 2025 quiero subir a los teatros a cantar, me gusta porque son en formato mediano. Ya estuve trabajando en plazas de toros, campos de fútbol y lugares donde había cientos o miles de personas en el público. Ahora lo que me apetece es que haya cientos, pero no miles. Por eso el formato pequeño hace que tengas a la gente cerca. Eso me gustaría hacer en el 2025, poder actuar para poder poner en el escenario el disco "Ley de vida".