Pedro Rodríguez fue Senador de la XIII legislatura
Los pueblos no son como se dice que son, pero padecemos las consecuencias de ello. Así, ni los catalanes son tan tacaños, ni los andaluces están durmiendo la siesta todo el día, pero ¡ay de ellos que tiene que soportar que los tratemos como tales a la mínima!
De los valencianos se dice que son, dicho desde aquí, meninfotistas, o dicho desde el castellano más puro, pusilánimes, todo ello bajo el mito del "levante feliz" al que nos tiene sometidos Madrid de manera interesada. Interés que deviene de que parece qué para que ellos disfruten cuando vienen por estas tierras, nosotros tenemos que abandonar imaginarios colectivos que nos sitúan, no más allá, sino tan solo en la media de la riqueza y oportunidades de las tierras de España.
Con nuestra renta per cápita un 13% inferior a la media (INE 2022) y en la posición 12 de 17 CCAA, la cosa no debería hacernos "felices" precisamente. Con las pérdidas de esta última DANA, sin ayudas, ya hemos caído en PIB per cápita por debajo de Murcia, Castilla La Mancha y Canarias, quedando únicamente por encima de Andalucía y Extremadura (sí, también de Melilla, pero no de Ceuta).
Vamos a tener que cambiar algo y que "el levante feliz", "la terreta", "la fiesta de toros, música, fallas y pólvora", "el anem tirant" o "si es valenciano no habrá negocio ni para ti ni para él" y tantos otros prejuicios que tenemos que soportar, dejen de estigmatizarnos.
De lo contrario me veo como Extremadura, una tierra arrasada por la historia y vaciada por la falta de oportunidades, o Andalucía con tantas y tantas comarcas subvencionadas por la imposibilidad de prosperar por la falta de comunicaciones y recursos, o sencillamente como Melilla, la tierra más pobre de España, cuyo PIB, por poner ejemplos europeos y sin cambiar de continente, es similar al de Ankara y otras ciudades turcas.
No podemos consentir que esto pase. Nuestra realidad no es la del prejuicio madrileño, vasco o catalán. Ni la de los ultras, los de Paiporta o los de la manifestación del día 9. Nuestra realidad es la del pueblo quitando barro y las donaciones de las empresas, pequeñas y grandes, abasteciendo como pudieron en las horas críticas.
Hay que exigir de Madrid, los 10.000 millones previstos de ayudas y otros 20.000 más. Y de Valencia que se organice mínimamente este desastre. Inútiles.
Y hablo de exigir, que de pedir ya se acabó el tiempo.