A
estas alturas, casi todo el mundo sabrá a qué me refiero, el autobús transfóbico de Hazteoir.org. Por desgracia. Porque
que cualquier viandante se vea obligado a ver el odio a todo color circulando
por nuestras ciudades es una verdadera desgracia. Más aún cuando el vehÃculo de
marras pretendÃa hacer una gira por colegios e institutos para escupir su
inaceptable mensaje a niños, niñas y adolescentes.
Pero como dice el refrán, no hay mal
que por bien no venga, y quizás en este caso han logrado algo contrario al
efecto pretendido. Su mensaje, desde luego, ha tenido una gran visibilidad por
causa de la cantidad de personas y entidades que nos hemos hecho eco de ello
llevadas por el espanto. Y tal vez hemos caÃdo en darles publicidad gratuita.
Pero no se trata de eso. Por una parte, y dado que esa campaña traÃa causa de
otra en que se pretendÃa visibilizar a niños y niñas trans, también ha
conseguido que esta campaña resucite de algún modo. Y, lo que considero más
importante, es que ha conseguido abrir un debate que quizás de otro modo no se
hubiera abierto, y ha obligado a mucha gente a manifestarse de un modo abierto
contra la transfobia, un tema que hasta el momento no era objeto de especial
atención.
Asà que, sin perjuIcio de que el hecho
tenga o no los caracteres de un delito de odio, sea un mero ilÃcito
administrativo, o la cosa vaya más allá hacia la organización que lo propugna,
lo que debemos sacar de ello es que, por fin, esos niños y niñas han conseguido
ser visibles. Y esto es algo que debemos aprovechar más allá de memes, chistes
y bromas que en ocasiones también superan el umbral de lo tolerable o al menos
incurren de lleno en la trampa de la frivolización de un tema muy serio.
Démosle la vuelta a la tortilla y
utilicemos la acción de esos intolerables sobre ruedas para poner sobre ruedas
también, y sin necesidad de autobús alguno, nuestra defensa de los valores de
una sociedad democrática y en igualdad. Y de ese modo, podremos hacer una
maniobra de adelantamiento al dichoso autobús, porque el nuestro sea más grande,
más rápido y de buena calidad. Y logremos que el suyo se quede en la cuneta de
la que no debió salir jamás.
Somos más quienes queremos una sociedad
igualitaria, aunque a veces los otros hagan más ruido. Aprovechemos el tirón
para hacer ruido también y para lanzar nuestro mensaje. La ocasión la pintan
calva. O, en este caso, del color naranja de la intolerancia sobre ruedas.