Sergio Villalba Valero es
Secretario General de CCOO Camp de Morvedre i Alt Palà ncia
Respecto a la conflictividad vivida con el cierre de Altos Hornos del Mediterráneo, a quienes lo vivimos nos deja un sentimiento fundamentalmente doloroso pero también de orgullo.
Sinceramente, quien escribe esto siente rabia al recordar aquellos años, pues no se consiguió el objetivo de que se cumplieran los acuerdos de desarrollo de la IV Planta, pese a la existencia de informes técnicos que abalaban la modernización de las instalaciones saguntinas y desaconsejaban la reconversión siderúrgica tal y como se planteaba. Era y sigue siendo doloroso ver cómo el futuro de miles de personas trabajadoras y de la industria siderúrgica española se basó en decisiones polÃticas y no técnicas. Y quizá esta sea una de las razones para recordar el 40 aniversario del cierre de AHM: seguir denunciando y visibilizando aquella injusticia y por otro lado, continuar advirtiendo que pese a ser múltiples los factores que acabaron desencadenando el cierre de AHM una de las lecciones que se deberÃa haber aprendido es que no se debe fiar el futuro industrial de un territorio a una megafactorÃa, ni a un mismo sector.
Pero junto a la rabia, no podemos evitar sentirnos orgullosos. Orgullosos de ver cómo nuestros mayores, a través de las organizaciones sindicales, consiguieron que la lucha obrera en defensa de los puestos de trabajo fuera la lucha de toda la comarca del Camp de Morvedre al grito de "NO A LA MUERTE DE UN PUEBLO". Orgullosos de ver a mujeres y hombres pelear codo con codo por el futuro de toda una ciudad y de toda una comarca. Orgullosos de ver cómo nuestras madres y padres debatÃan y participaban democráticamente en las decisiones a tomar, incluso en la más dolorosa.
Aquel sentimiento de hermandad y solidaridad, aquel clamor y resistencia contra la sinrazón que se estaba cometiendo fue tan consistente y alcanzó tal intensidad que supuso un hito en la historia de la lucha obrera española y europea, sorprendiendo al mismo gobierno español. Si bien es cierto que no se logró el objetivo principal, que era evitar el cierre de la factorÃa, hoy, sà podemos decir alto y claro que gracias a esa lucha sà se logró evitar la muerte de un pueblo y la desaparición de la industria en Camp de Morvedre, como sà ocurrió en otros lugares.
Ese sentimiento de rabia, orgullo, hermandad y solidaridad sin duda se sigue apreciando en nuestra ciudad cuando se sale a la calle a defender y a apoyar a trabajadoras y trabajadores de otras empresas, como pudimos ver en las movilizaciones para defender el empleo en BOSAL, GALMED o PILKINGTON, porque seguimos entendiendo desde la emoción que su futuro es el nuestro. Y sin duda alguna, este sentimiento de unión entre trabajadoras y trabajadores, sà vale la pena conmemorarlo y mantenerlo vivo.