Lo ocurrido con dos de los cuatro concejales de Vox en el Ayuntamiento de Valencia constituye uno de los casos más estrambóticos que conozco en el ámbito de la política local valenciana. En las décadas que llevo cubriendo este tipo de información lo superan la moción de censura en Albalat del Sorells de seis concejales del PP contra el alcalde de su propio partido o la salida a hombros del socialista Baldomero González en Turis tras fracasar esa misma medida contra él por el cambio de voto de voto en pleno de uno de los partidos que la presentó. No muchas más historias del pasado.
Volvamos al presente, a Vox. Y a sus de nuevo cuatro concejales. La formación se descolgó a finales de febrero anunciando, en grupo de whatsapp y en redes, que abría expediente a su hasta entonces portavoz y segundo teniente de alcalde, Juanma Badenas, por la aparición en un medio –The Objective- de una información que lo vinculaba a unos contratos con dudas sobre su adjudicación. Sorprendía que en un partido beligerante en tantas ocasiones con algunos medios se basara en este caso en la publicación de uno para iniciar una medida tan contundente.
El afectado contraatacó apareciendo en una concisa–por la parca respuesta a preguntas- rueda de prensa acompañado por el abogado de la sociedad del Ayuntamiento de Valencia que había gestionado esos contratos. Este último ratificó la versión del expedientado de haber cumplido escrupulosamente la legalidad.
Mientras tanto, su compañera Cecilia Herrero emergía, con la convocatoria de otra rueda de prensa, afirmando que se marchaba de Vox porque no se sentía defendida ante un hostigamiento sufrido. Tanto ella como Badenas se quedaban con su acta por mucha expulsión provisional sufrida o marcha personal política decidida.
La alcaldesa, María José Catalá, se vio abocada a una remodelación urgente de su equipo de gobierno –del que forman parte los cuatro ediles de Vox junto a los 13 del PP en el Consistorio de la capital autonómica- que se basó en dejar sin la segunda tenencia de alcaldía a la formación que preside Santiago Abascal a nivel nacional y en entregar las delegaciones de los dos concernidos a sus compañeros de formación (José Gozálbez y Mónica Gil), que ya no de pleno, porque fueron situados separados en el hemiciclo.
Tanto Herrero como Badenas reiteraron una seria advertencia sobre su intención de voto: "la aritmética es la que es". En la práctica equivalía a insinuar que nadie diera por seguro su sufragio y que la suma PP-Vox ya no tenía la mayoría absoluta de 17. Se quedaba en 15 frente a los 16 que suman Compromís y PSPV.
Y el exportavoz dio un paso más al recalcar en la segunda de sus dos ruedas de prensa que el expediente informativo que le había abierto la dirección de Vox se debía no a esos contratos aludidos, sino a la rescisión de la relación laboral de una asesora del grupo municipal. Ese argumento no resultaba baladí. Aportaba un dato de trasfondo referido a equilibrios internos de partido como motivo de toda la marejada y ya no a una supuesta mala praxis en la gestión pública.
Después de un pleno arrinconados ambos ediles, la cúpula voxista cambia de opinión. Lo hace de manera tan escueta como cuando anunció que Badenas ya no le representaba. Lo transmitió con un mensaje afirmando que tras haberse disculpado los afectados volvían al redil del partido y del grupo municipal. Eso sí, en la práctica lo han hecho con sendas delegaciones de aparente relleno (Patrimonio y Responsabilidad Patrimonial) firmadas por la alcaldesa. Han perdido estatus aunque siguen en el gobierno. Y ¿fin de la historia?
Para la formación que la ha protagonizado, sí. Como mínimo, en público. De este modo tan críptico ha zanjado una crisis interna que ha puesto durante un mes al equipo de gobierno de la localidad más populosa de la Comunitat Valenciana en un grave aprieto. Ha cerrado su expediente sin aportar más conclusiones y después de abrir una herida de difícil sutura a más de dos años de las próximas elecciones municipales, el último domingo de mayo de 2027.
En la práctica, ha dejado entrever varias cuestiones. Por un lado, que su líder local institucional, por mucho que se empeñaran en anteponerle a Badenas como cabeza de lista, es José Gozálbez, una persona cercana, que se multiplica en actos y con una lealtad indiscutible y demostrada a la marca. Repite como concejal del anterior mandato y ya asume la segunda tenencia de alcaldía. Por otro lado, Vox ha sembrado dudas sobre su exportavoz y ha tenido que aguantar un innecesario -teniendo en cuenta en lo que ha quedado- pulso de este y de su compañera, Cecilia Herrero, que se han negado a renunciar a sus actas de concejales.
Y, en tercer lugar, ha ensuciado con una mácula pública la imagen que trata de transmitir de partido que antepone los intereses generales. En este caso, han primado los internos para generar toda una crisis de gobierno que ha sobresaltado a la mismísima María José Catalá.
Cierto que con el impacto demoledor de la dana todo el resto de la actualidad queda opacado. En cualquier caso, veremos si la paz se prolonga los dos años largos que quedan de mandato o si de estos barros vendrán otros lodos.