Eugenia Castaño. FOTO EPDA
María de Teck fue la
reina de Inglaterra que en un comienzo contrajo matrimonio con Jorge V y aunque
era inglesa su padre era de origen alemán, su madre miembro de la realeza
inglesa, de un temperamento reservado hasta que enviudó, dicen los
historiadores que era un matrimonio pactado como la mayor parte de este tipo de
alianzas pero que aún así establecieron una relación de afecto que se mantuvo
hasta el final de sus días. Al morir Jorge V se dedicó a disfrutar de espacios
para sí misma, la obsesionaba su origen familiar, prefería un cuadro no tan
exclusivo de algún familiar pasado que cualquier obra de arte costosa.
Su hijo mayor
Eduardo quien heredaba el trono abdicó porque se enamoró de una mujer divorciada dos veces y María nunca más volvió a
establecer una buena relación con él, para ella primero era su deber de reina
antes que otra cosa, fue así como su otro hijo Alberto heredaría el trono como
Jorge VI, quien al morir dejó el trono a su esposa llamada “la reina madre
Isabel”, pero la reina María se
encargó de pasar mucho tiempo con su nieta Isabel a quien influyó y orientó
desde pequeña, cuando Isabel estuvo en un acto público y comenzó a maravillarse
con la sensación de la fama, María inmediatamente la retiró y le enseñó a ser
más reservada y a que el sentido del deber de un rey está por encima de sí
mismo, porque el rey debe procurar en todo momento el bien de su pueblo, de esa
manera fue una pieza clave en la formación de su nieta para ser reina y hoy
sabemos cuántos años lleva la reina Isabel en la corona.
Para muchos esta
historia quizá no deje de ser una anécdota más de la realeza inglesa pero si se
piensa bien siendo un país tan pequeño y con pocos recursos ha sabido mantener
su poder durante décadas, los ingleses quizá estén algunos de acuerdo con su
realeza y habrán otros en desacuerdo, lo que sí cabe reflexionar es la visión
de una persona, su trabajo y constancia pueden ser de un valor incalculable
para una nación cuando la mueven fuertes principios y convicciones, es un claro
ejemplo del poder de la voluntad en este caso de una soberana con un poder
heredado.
Las abuelas y la
fregona
Cuentan algunas
personas de España que sus madres y abuelas antes de que fuera inventado el
llamado mocho, trapero o fregona, que consiste en un tubo metálico, de madera o
de pasta largo que se enrosca a una estructura que cuelga unas telas de trapo
para limpiar los pisos, atribuyen tal invento a varios personajes como los
españoles Manuel Jalón Corominas, Emilio Bellvis o el estadounidense Steward,
al fin y al cabo fue un hombre quien trajo tal descanso; lo hacían arrodilladas fregando el suelo
hasta que quedara perfecto, las que tenían mejor suerte siempre tenían una
mujer que lo hiciera por ellas y es así como hasta hace pocos años que se
inventara el maravilloso mocho o trapero, estas mujeres tradicionales se
negaban a utilizarlo ellas o a que sus ayudantes lo hicieran porque en su mente
estaba fija la idea que el piso no quedaba perfectamente limpio si no se
fregaba arrodilladas. Menos mal las cosas cambiaron para las pobres mujeres que
terminarían con fuertes dolores del cuerpo haciendo tan esforzados trabajos.
Lo que puede
hacer una idea fija en el cerebro que pasa de generación en generación y que
por costumbres radicales, por miedo o prejuicio no se realizan cambios.
Lo que une estos
dos hechos históricos, uno relevante en la historia y el otro absolutamente
cotidiano y en apariencia simple es que demuestra dos reflexiones, la primera
la fuerza de un matriarcado lo que ha sido capaz de lograr en la historia de la
sociedad, cómo las mujeres siendo formadoras naturales de humanos han
contribuido a mantener unas costumbres arcaicas y destructivas o a formar a los
futuros individuos en beneficio de sus comunidades manteniendo unos principios
sólidos y generar cambios necesarios siempre en beneficio de su prole. La
segunda es que una sola persona puede tener un poder que no imagina solo con
una idea fija que transmita a otro ser humano, que lo guarda y lo proyecta
luego con su grupo social.
Ahora bien, se
lucha por el respeto a los derechos de las mujeres y menos mal que en esta
época todo es más claro, pero cabe una reflexión: Si ha existido un matriarcado
desde antaño, las mujeres tenemos un poder que ni sospechamos o ni analizamos
que lo hemos tenido y lo tenemos en nuestras manos, la cuestión es cómo lo hemos
utilizado ayer y cómo lo utilizamos hoy en beneficio propio y de nuestros
descendientes. Las mujeres somos las que damos a luz a las mujeres y a los
hombres y los educamos, salvo algunas excepciones claro está. ¿Será que algunas
veces las mismas mujeres aceptamos, promovemos y mantenemos ciertas estructuras
perjudiciales y ni caemos en la cuenta.?
Comparte la noticia
Categorías de la noticia