José María Aznar inauguró los veranos del pádel en Oropesa. FOTO JOSÉ MARÍN
Vicente Rambla, arte puro. FOTO JOSÉ MARÍN
Jaume Matas, en acción. FOTO JOSÉ MARÍN
Eduardo Zaplana con la bola a mano. FOTO JOSÉ MARÍN
Carlos Fabra no jugaba pero sí miraba. FOTO JOSÉ MARÍN
Francisco Camps ya apuntaba alto. FOTO JOSÉ MARÍN
Luis Herrero con su amigo Zaplana. FOTO JOSÉ MARÍN Mucho ha llovido desde que José María Aznar se decantó por Oropesa
del Mar (Castellón) para pasar, junto a su familia, las vacaciones de
verano. Allí popularizó, primero como candidato a la presidencia del
Gobierno y después ya como presidente, un deporte que en los 90 era
minoritario y considerado de pijos, el pádel. Pero muy pronto, Aznar lo
puso de moda, hasta tal punto que no había empresario, director de
periódico o político que no se aficionara a este deporte -que ahora
arrasa entre todo tipo de personas- aunque fuese para jugar con el
presidente.
Todo comenzó en la década de los 90. En 1991 José
María Aznar y familia inauguraban sus vacaciones estivales en Oropesa
del Mar. En primer línea de playa, durante varias semanas de agosto,
José María, Ana Botella e hijos veraneaban en Las Playetas de Belver, una
tranquila urbanización entre Benicàssim y Oropesa. Destinos que muy
pronto se pusieron de moda. Así fue durante cinco años, hasta que en
1996 Aznar & Family se estrenaron en la Moncloa, momento en el que
también cambiaron su pequeño apartamento, en segunda fila de playa y
pequeño jardín, por un chaletazo exclusivo, con acceso directo y
privado a la playa, gentileza del presidente de Porcelanosa, José
Soriano.
Así estuvieron acudiendo a Oropesa varios veranos, hasta
que la ruptura de Ana Aznar con su novio, Ernesto Bacharach, fue la
excusa para cambiar la Comunitat Valenciana por otros destinos, como
las Islas Baleares, con otro buen amigo de Aznar y el presidente de la Generalitat Valenciana, Eduardo Zaplana, el entonces
president del Govern, Jaume Matas.
Pero hasta entonces fueron
muchos veranos en Oropesa, donde acudían cada verano empresarios,
periodistas y políticos de toda índole, muchos de los cuales hicieron
cursos acelerados de pádel para poder jugar con un Aznar que pasaba por
su mejor momento político. Por Oropesa desfilaron periodistas como
Pedro J. Ramírez, director de El Mundo; el entonces ministro del
Interior, Jaime Mayor Oreja, que tenía reservada habitación en la
mansión cedida; el entonces alcalde de Castellón, José Luis Gimeno;
Manuel Pizarro, presidente de Ibercaja, amigo y consejero de Aznar; o
el entonces presidente de Telefónica y amigo de pupitre, Juan
Villalonga.
Por Oropesa se pasaron todos aquellos que querían
quedar bien con el todopoderoso Aznar, entre ellos una buena
representación de la política valenciana. No faltaba su amigo y
entonces presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana; un jovencísimo
Francisco Camps; o Vicente Rambla, que fue conseller de Economía.
Todos, de pantalón corto, y raqueta, dispuestos a dejarse ganar por
Aznar. La mayoría sufrieron la maldición del pádel: quienes jugaron
contra Aznar acabaron cayendo en desgracia en la política, como los
propios Zaplana, Camps o Rambla, pero también Matas o Carlos Fabra, que
nunca jugó pero sí vio cómo lo hacían. O el que fuera eurodiputado
popular, el periodista Luis Herrero, cuyo paso por la política no fue
como esperaba.
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